Una niñera, acusada de un delito de asesinato en grado de tentativa sobre una niña de dos años, ha negado las agresiones y ha señalado a sus dos hermanos como los culpables de los posibles golpes que presenta la pequeña. "Sus hermanos eran muy brutos, sobre todo el pequeño", así lo ha explicado la acusada en una versión que el padre de los menores ha negado porque sus hijos mayores tenían “extremo cuidado”. La cuidadora se enfrenta a 25 años de cárcel, una indemnización de 8.000 euros y una multa de 15.000 euros por los daños morales.
Según el fiscal, el 28 de febrero de 2018, la cuidadora -que se encontraba a solas con los niños- agredió “violentamente” a la más pequeña en la cabeza con algún objetivo que no han identificado. A raíz de esta agresión, la niña presentaba una cefalohematoma a nivel frontal izquierdo y rigidez cervical, "por lo que en aquel momento se le diagnosticó contusión cervical y traumatismo craneoencefálico leve, siéndole prescrito ibuprofeno para el alivio del dolor".
"¿Usted golpeó a la menor o la dio con un objeto contundente en la cabeza?", preguntó el abogado defensor, a lo que la mujer respondió que no. Así, añadió que el hijo mayor “se desahogaba con ella” cuando le contaba que sus padres se peleaban mucho y que, a veces, lo castigaban sin cenar.
La acusada, llamada Rebeca, fue contratada el uno de septiembre de 2016, para trabajar como empleada del hogar en un domicilio de Madrid. En su declaración, ha descrito que entre sus funciones se encontraba la de cuidar de los tres hijos menores de edad. En cuanto a la agresión que se produjo el 28 de febrero de 2018, la niñera ha negado la acusación y ha afirmado que la pequeña se dio en la cabeza con un juguete, un “pianito, y que se pudo golpear con él al pelear con sus hermanos, que eran “muy brutos”. Según sus declaraciones, los dos se abalanzaban sobre ella y la ponían contra la alfombra.
A partir de las secuelas físicas que sufrió la menor, la pequeña comenzó a presentar dificultades para dormir e incapacidad para permanecer tumbada por no poder girar el cuello y necesitó un collarín cervical para su recuperación. La procesada también niega otro episodio en el que la niña presentaba chichones en la cabeza y en la boca. La mujer aseguró que mordió la cuna sin que se cayera en ningún momento.
La madre ha explicado durante el interrogatorio que Rebeca comenzó el trabajo en septiembre de 2016. Un año después, los padres le detectaron un chichón en la cabeza de la niña. Pero ella les comentó que se había caído. En otra de las ocasiones, la menor presentaba sangrado en el pañal y el pediatra les explicó que tenía un cardenal. Los padres la llevaron al hospital. En otro episodio de presunto maltrato, la acusada les avisó de que la niña se había caído y que se había mordido la boca. "Al llegar a casa, noté que la niña no podía girar el cuello. Y nos fuimos a la Paz. Me dijo que se había dado con la cabeza en el suelo agarrando un órgano de juguete", añadió la progenitora tras comentar que, a partir de ahí, su hija no podía levantarse de la cuna.
El 13 de marzo de 2018, Rebeca les advirtió que la niña estaba llorando y que tenía heridas en la boca. "La niña se tocaba y lloraba y lloraba. No se podía tumbar", ha confesado la madre entre lágrimas. Cuando la progenitora le pedía explicaciones sobre los golpes que presentaba la menor, ella le respondía que se movía mucho. "¡Qué quiere que la ate a las patas de la cama!", le dijo. Al día siguiente, la niña tenía la cabeza deformada.
Los médicos le dijeron a la madre que el golpe no era normal, ya que tenía despegado el pabellón auricular, y que era algo gravísimo. El padre ha corroborado los hechos y ha reafirmado que los niños mayores tenían “extremo cuidado con ella” y que no tenían buena relación con la empleada. Tras despedirla, pusieron el tema en mano de los abogados.
Como consecuencia de las agresiones que se produjeron el 13 de marzo de 2018, cuando la procesada intentó acabar con la vida de la niña, sufrió un despegamiento del pabellón auricular derecho, hematoma en región retroauricular, edema de partes blandas perihematoma y hematoma circular en mejilla derecha y en región retroauricular izquierda. Por ello, fue necesario aplicarle anestesia general para realizarle diversas pruebas radiológicas, donde le diagnosticaron fractura parietal izquierda compleja con múltiples trayectos y mínimamente desplazada, hematoma subdural parietal, hematoma subgaleal y fractura del arco posterior derecho de la vértebra cervical C2.
La menor acabó ingresada en la unidad de reanimación del servicio de neurocirugía con el fin de poder controlar la evolución de las lesiones. Tras permanecer dos días hospitalizada, la niña tuvo que tomar analgésicos y colocarse un collarín cervical durante un mes de forma continua y discontinua hasta el segundo mes para su recuperación. En total, tardó 74 días en curar todas las secuelas.
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