La pandemia del coronavirus lo ha cambiado todo. También el sorteo más esperado: el de la Lotería de Navidad, celebrado este martes entre estrictas medidas de seguridad y prevención contra la covid-19.
Por primera vez en la historia, los premios se han cantado sin público en la sala, donde la imagen daba cuenta de que en el lugar sin duda faltaba el calor del público. También los periodistas, resignados, estaban obligados a no moverse del espacio habilitado: “Está muy vacío, no tiene alma”, explicaban desde allí.
El acto, llamado a repartir felicidad, ha estado marcado por la situación excepcional de emergencia sanitaria. Dentro de la sala, mascarillas, –salvo para los que cantaban–, guantes, mamparas, geles, mucha limpieza y desinfección, y también mucha seguridad.
Fuera, tan solo se apreciaba una insignificante representación de los viejos tiempos, con algunos desplazados hasta la zona definiendo el momento como “de mucha tristeza”. “Solo hemos venido mi compañera y yo”, contaba un hombre que había acudido a las afueras con un tradicional disfraz.
Durante el reparto de los premios, las crónicas de los periodistas se colaban entre los tradicionales gallos, pérdidas de bolas y demás cuestiones prácticas que siempre terminar por dejar alguna que otra anécdota. Todo, en el día que mejor se escuchó cantar el Gordo, –el 72897–, que peor recibimiento tuvo en la historia… por culpa de la pandemia.