La historia de Juan Antonio Roca, antiguo gerente de urbanismo del Ayuntamiento de Marbella y figura central del conocido caso Malaya, representa uno de los episodios más controvertidos de la corrupción política en España. Sin embargo, lo que llama especialmente la atención de su figura no es solo su habilidad para acumular una fortuna de forma completamente ilícita, sino su supuesta “suerte” en los juegos de azar: Roca afirmó haber ganado la lotería hasta 80 veces.
Juan Antonio Roca comenzó su carrera política en Marbella bajo las administraciones de Jesús Gil y Julián Muñoz. Como jefe del área de urbanismo, controló uno de los sectores más rentables del municipio: la recalificación de terrenos. Este puesto le permitió amasar una fortuna que llegó a estar estimada en más de 2.400 millones de euros, conseguidos a base de sobornos, operaciones fraudulentas y blanqueo de capitales. Su influencia era tal que se le apodaba el "sheriff" de Marbella.
El caso Malaya, destapado en 2006, fue la mayor trama de corrupción urbanística descubierta en España. Roca fue arrestado junto a otros políticos y empresarios, lo que desató una investigación que evidenció cómo el entramado corrupto de esta ciudad andaluza funcionaba como una máquina perfectamente engrasada.
Uno de los detalles que llamó la atención durante el juicio de Roca fue la sorprendente afirmación del imputado de haber ganado en los juegos de azar premios importantes hasta en 80 ocasiones. Según los registros presentados, entre marzo y septiembre de 2005, Roca recibió hasta 646.000 euros en premios de la Lotería Nacional, ONCE y otras apuestas estatales. En total, a lo largo de 15 años, habría ganado 50 grandes premios.
Para poner en perspectiva lo improbable de esta “racha de suerte”, la probabilidad de que esto ocurra sin recurrir a prácticas turbulentas es prácticamente inexistente, siendo de una en 43 cuatrillones, lo que hacía más que sospechosa su racha de premios.
Roca utilizaba un método ingenioso pero ilegal para justificar y blanquear grandes cantidades de dinero de origen ilícito. Adquiría décimos premiados de lotería a cambio de una cantidad de dinero superior al valor del propio premio. Por ejemplo, si un billete estaba premiado con 10.000 euros, Roca lo compraba por 12.000 o 13.000 euros. De esta manera, podía declarar su dinero negro como si fueran “ganancias legales” en su patrimonio. Este sistema, aunque detectable, fue utilizado repetidamente por otros implicados en casos de corrupción en España.
Esta costumbre tan sucia y delictiva aportaba también otros beneficios a Roca: al no pagar impuestos sobre el dinero ilícito, los implicados podían mantener una apariencia de legalidad en sus operaciones financieras.
El juicio del caso Malaya reveló detalles escandalosos sobre cómo funcionaba la trama. Roca fue condenado en 2012 a 17 años de prisión por delitos de blanqueo de capitales, malversación y cohecho. Durante el juicio, los fiscales demostraron cómo utilizó sus “ganancias de lotería” para justificar la compra de propiedades, obras de arte y todo tipo de vehículos de lujo.
El caso también destapó la existencia de una red de testaferros y empresas pantalla que permitieron a Roca y sus colaboradores desviar fondos públicos y, de esta forma, continuar engrosando sus cada vez más nutridas fortunas personales.
En febrero de 2019, tras cumplir 12 años de su condena, Roca obtuvo la libertad condicional. A pesar de sus delitos, sigue residiendo en Marbella en un piso valorado en más de dos millones de euros. Según informaciones recientes, trabaja como asesor financiero y colabora con Cáritas en programas de reinserción social para ex-reclusos.
Aunque su fortuna fue, en gran parte, intervenida por las autoridades pertinentes, se calcula que una cantidad importante de todo el dinero que movió su trama todavía permanece oculta, probablemente en cuentas bancarias opacas internacionales.
La historia de Juan Antonio Roca es un claro ejemplo de cómo la corrupción puede infiltrarse en las instituciones y corromperlas, pero también de la creatividad que los implicados en este tipo de subterfugios pueden emplear para llegar a justificar sus ganancias fraudulentas. Aunque su "suerte" en la lotería fue una fachada para ocultar tejemanejes corruptos, este caso también demuestra que, tarde o temprano, todos los entramados ilegales terminan siendo descubiertos.
El legado del caso Malaya es una llamada a la vigilancia y a la responsabilidad. Roca pudo eludir la justicia durante años, pero su caída es un la viva demostración de que ningún sistema, por sofisticado que sea, está exento de ser descubierto y desmantelado… Aunque el sujeto siga disfrutando de algunos de los réditos obtenidos durante ese periodo.