El 22 de diciembre se acerca y ya son muchos los que han elegido su numeración de la suerte o están sopesando qué décimo elegir, cuál será la decisión que, tal vez esta vez sí, les cambie la vida. Porque el sorteo de la Lotería de Navidad siempre es algo más que apostar por un número concreto.
Frente a todas esas personas que no prestan demasiada atención a las supersticiones y los ritos típicos de este juego de azar, están quienes escogen cuidadosamente la terminación de su décimo. La costumbre y la superstición suelen ganar a la pura estadística, que es exactamente la misma para todos los números y no distingue entre combinaciones bonitas o feas.
Para algunos jugadores, en la elección importa casi todo: la administración de lotería, que se suele escoger en función de su aura y la suerte que haya repartido a lo largo de la historia; ciertas efemérides y fechas, que también suelen inclinar la balanza y favorecer a unos números frente a otros. Se tienen en cuenta también los premios de anteriores sorteos, los reintegros con más probabilidades de salir en el bombo, las tradiciones familiares y tantas y tantas variables.
Algunos de los más buscados, los números llamados ‘bonitos’, son los capicúas.
Este tipo de décimos suelen ser los primeros en agotarse. Esto sucede generalmente en verano, cuando salen a la venta las primeras series y empiezan a verse las clásicas colas a las puertas de administraciones de lotería como Doña Manolita o El Gato Negro; colas que se alargan según se acerca diciembre y se intensifica la búsqueda para hacerse con uno de esos décimos ‘afortunados’.
Los capicúas son aquellos números que se leen igual de derecha a izquierda: 12521, 24342, 57875… Bien sea por azar, por creencia o por manía, esta numeración tan bella y llamativa suele atraer la atención de muchísimos jugadores de lotería. Sucede lo mismo con los décimos que no repiten cifra o con los números altos, ciertamente más buscados que los números bajos. Las numeraciones ‘bonitas’, a decir de quienes apuestan, producen cierta sensación de seguridad. Confiamos ciegamente en que nos brindarán mejor suerte que otros números más ‘aleatorios’ al oído. Toda ilusión exige sus rituales y sus saltos de fe y, en el juego del azar, una simple corazonada positiva e irracional puede ser suficiente motivo para inclinar la balanza.
Sin embargo, lo más curioso viene cuando estudiamos las combinaciones que han recibido premio a lo largo de la historia de la Lotería. En rigor, los números capicúa han sido muy poco afortunados según los registros de los sorteos de los últimos cien años, y ninguno de ellos ha sido agraciado con el Gordo.
De hecho, a pesar de que los números con cifras repetidas no suelen gustar demasiado a los jugadores, la historia del sorteo se ha mostrado implacable con las expectativas generales, premiando, entre otros, el 25444, 25888 o el 55600; un dato que prueba lo poco racionales que somos en general para elegir nuestra suerte.