El presidente de Rusia, Vladimir Putin, es para algunos un líder autócrata más. Para otros, un paradigma de virilidad a la hora de ejercer el poder. Sea lo que sea –puede que ambas cosas- es quien ha decidido que Ucrania no puede ser un país soberano, sino que debe hacer lo que a él le plazca y para eso ha empezado una guerra en pleno corazón de Europa. Una Europa, de 27, que hoy propone la prohibición de comprar gas ruso.
Al presidente de Rusia siempre le ha gustado que se le vea en actitudes sobradas de testosterona. Montando a caballo o pescando en el lago mientras presume de pectorales. Tan pronto acaricia un tigre como caza un oso o dispara un arpón a una ballena gris.
Eso en su faceta de caza y pesca, que en lo que se refiere al deporte, al presidente de Rusia le gustan también las emociones fuertes. Vladimir Putin -sobre el que ahora pesan rumores sobre su salud- se ha dejado ver volando en parapente, haciendo llaves de judo o jugando al hockey sobre hielo.
El fútbol lo deja solo para actos promocionales rodeado de antiguas estrellas con motivo del Mundial de Rusia.
Es Vladimir Putin, un nuevo hombre del renacimiento que de la misma forma que toca una delicada melodía al piano de cola, dirige una banda de moteros bandera en ristre. El mismo personaje, que ahora ha decidido que Ucrania no puede seguir siendo un país soberano y que tiene que someterse a su voluntad.