Boris Johnson se ha propuesto que dentro de diez años la electricidad de cada casa del Reino Unido se genere en parques de energía eólica marina. “Se olvidaron de la historia de este país. Fue el viento el que propulsó las velas de Drake, Raleigh y Nelson, y propició su grandeza comercial”, unas pomposas palabras que pronunció el Primer Ministro británico durante su discurso en el Congreso virtual del Partido Conservador.
Más allá de la retórica nacionalista propia de Johnson, la promesa del líder tory ha sido muy bienvenida por las empresas españolas del sector.
Para Keith Anderson, consejero delegado de ScottishPower, la filial de Iberdrola en el Reino Unido, “estas ambiciones valientes y objetivos claros son exactamente las señales adecuadas en el momento justo”.
Según el responsable en el norte de Europa de Siemens Gamesa, Clark MacFarlane, “da a la industria una señal clara para continuar haciendo lo que se ha hecho hasta ahora con éxito”.
Esta multinacional española, que como Iberdrola cuenta con oficinas en Londres y Glasgow, tiene también una fábrica en Hull (norte de Inglaterra), en la que trabajan más de mil personas, y en la que construyen las palas de algunas de las impresionantes turbinas que uno ve cuando sobrevuela el mar del Norte.
Reino Unido, pionero en offshore Casi un tercio de la electricidad que se genera en este país proviene de energías renovables y la mitad de ella del viento. En concreto, el Reino Unido es el líder mundial de eólica marina. Desde 2015 el coste de este tipo de energía ha descendido un 50 %. Ahora es más barata que la nuclear o el gas.
En la actualidad el 10 % de la electricidad que se genera en el país proviene de los parques offshore. El objetivo de Boris Johnson es ahora aumentar en una década la capacidad de este tipo de energía de los 30 gigavatios actuales a 40. En este momento hay 2.000 turbinas en el mar, que proporcionan electricidad a 4,5 millones de casas. Según los expertos, se necesitan 3.000 más para lograr ese objetivo.
Está situado en el mar del Norte, a unos 50 kilómetros del condado inglés de Suffolk. Su puesta en marcha se completó el pasado mes de junio y proporciona electricidad a 600.000 hogares. La instalación de las turbinas fue todo un reto porque se realizó durante el periodo del confinamiento.
Tiene una extensión de 300 Km2, el equivalente a 40.000 campos de fútbol. Siemens Gamesa ha fabricado sus 102 aerogeneradores de 167 metros de altura y palas de 75.
En el proyecto han participado también otras empresas españolas, como Navantia, que ha construido los llamados jackets (cimentaciones fijas) en sus astilleros de Fene (Galicia) y la subestación eléctrica marina, en Puerto Real (Cádiz). Windar ha fabricado los pilotes en Avilés (Asturias).
East Anglia One es parte de un proyecto todavía más ambicioso denominado East Anglia Hub, que comprenderá otros tres parques, con una capacidad de 3.1 gigawatios. Comenzarán a construirse en 2022, se calcula que las obras duren cuatro años, y supondrá una inversión de algo más de 7.000 millones de euros.
Reino Unido es un país clave para Iberdrola desde que en abril de 2007 comprase ScottishPower. Eso supuso la mayor operación en la historia del grupo, con un desembolso de 17.200 millones de euros. La multinacional española cuenta además con otro parque eólico marino en el mar de Irlanda, frente a la costa del noroeste de Inglaterra. West of Duddon Sands se puso en marcha en 2014.
Siemens Gamesa ha creado el aerogenerador marino más potente del mundo (14 megavatios), que aumenta en un 25% la producción anual de energía frente al modelo anterior. Sus palas tienen 108 metros, lo que equivaldría a un campo de fútbol de primera división. Un parque offshore compuesto por treinta aerogeneradores como este cubriría el consumo anual de electricidad de una ciudad del tamaño de Bilbao.
El primer proyecto en el Reino Unido (y Europa) en el que se instalarán es el parque eólico Sofía, que está a 195 kilómetros de la costa del noreste del país. Está previsto que empiece a construirse el año que viene. Su tamaño es de 593 Km2, similar al de la isla de Ibiza, y proporcionará electricidad a más de 1.2 millones de hogares británicos.
El Gobierno británico tiene mucho interés en incentivar todavía más la instalación de parques eólicos marinos flotantes, lo que permitiría la creación de más proyectos en zonas de aguas profundas, como por ejemplo el oeste de Escocia, donde las condiciones son duras, pero el viento sopla fuerte y de forma constante.
Tanto Iberdola como Siemens Gamesa están desarrollando este tipo de tecnología. De hecho, esta segunda ha instalado sus turbinas flotantes en Hywind en Escocia. La eólica flotante es precisamente una de las ideas que se barajan para poder instalar offshore en España.
Navantia se ha ocupado de la construcción en su astillero de Fene de cimentaciones flotantes para dicho parque escocés. En la actualidad está culminando la fabricación y entrega de otras cinco plataformas de este tipo para el proyecto Cobra Wind en Kinkardine, también en Escocia. Según la compañía, es la primera en el mundo que ha construido este tipo de estructuras.
En 2013 cuando el líder conservador era alcalde de Londres se burló del Partido Laborista por la construcción de parques eólicos diciendo que esas turbinas ni siquiera eran “capaces de levantar la fina capa que recubre un arroz con leche”, haciendo uso así de una expresión típicamente inglesa.
Siete años después, esos parques forman parte de su estrategia para la reconstrucción de la economía post-COVID y espera que ayuden a crear más de 60.000 empleos. Sin embargo, algunas voces han puesto en duda que sea realista. Según el Partido Verde para cumplir su objetivo serían necesarios unos 53.000 millones de euros.
Según el profesor del Imperial College de Londres, Bikash Pal, “en un momento dado las casas del Reino Unido se calentarán con electricidad generada por energía eólica marina, pero ser capaz de construir toda esa infraestructura en el marco de una economía arruinada por el coronavirus (en solo 9 años) es un objetivo gigantesco”.
El ambicioso plan del Primer Ministro fue resumido por Johnson con el siguiente eslogan: convertir al Reino Unido en “la Arabia Saudí de la energía eólica” (en alusión a ese país como el mayor productor de petróleo).
Según Keith Anderson, “aunque implica mucha imaginación comparar la zona de los Broads de Norfolk o los valles de Escocia con el Reino de Arabia Saudí, el Primer Ministro hace bien en defender un Reino Unido alimentado, propulsado, accionado predominantemente mediante energía eólica marina”.