El Servicio de Inteligencia Secreto (SIS), el actual MI-6, creó en 1940 una unidad de adolescentes para actuar como resistencia contra los nazis si éstos invadían la isla de la Gran Bretaña. La llamó Sección VII y era un ejército ultrasecreto de niños de quince, dieciséis y diecisiete años a los que convirtieron en asesinos sin corazón, en saboteadores sin escrúpulos, en eficaces suicidas por si llegaba el momento. “Eran grupos de civiles, no soldados, por todo el país, entrenados por los servicios secretos para ser luchadores de la resistencia, para sabotear, asesinar a soldados alemanes, hacer descarriar trenes, fabricar cócteles molotov y usar radios”, explica a NIUS el historiador británico Andrew Chatterton.
Chatterton ha realizado una investigación sobre la Sección VII, que publicará este año en el libro ‘Britain’s Secret Defences: Civilian Saboteurs, Spies and Assassins’ (las defensas secretas de Gran Bretaña: saboteadores civiles, espías y asesinos). “A diferencia de resistencia francesa, que fue creada después de la invasión de los alemanes, el SIS formó una fuerza de resistencia antes de que se produjera una invasión en Reino Unido”, cuenta. Reino Unido fue el único país que creó una resistencia antes de ser invadido.
Reclutaban a menores de edad porque eran los únicos que no habían sido enviados al frente, porque eran jóvenes y fuertes y podían desempeñar la actividad física que se les requería, y porque, tal vez por la ingenuidad de la juventud, abrazaban la idea romántica de convertirse en héroes. Había chicos y chicas, pero la mayoría eran chicas. “En Francia ya vimos que muchas mujeres fueron reclutadas como luchadoras en la resistencia porque podían moverse sin atraer la atención de los alemanes y porque podían flirtear con los oficiales alemanes, llevárselos a un bosque, por ejemplo, y allí matarlos”, explica Chatterton.
Los componentes de la Sección VII tenían una expectativa de vida de dos semanas una vez los nazis invadieran Gran Bretaña. Les subministrarían suficiente comida para poder sobrevivir dos semanas y durante ese tiempo debían causar el máximo daño posible al enemigo. Las suyas eran verdaderas misiones suicidas. Sus familias y amigos no sabían nada y debían matar a cualquiera que, por casualidad o no, descubriera quiénes eran o lo sospechara. “Debían esconderse en búnkeres durante la invasión y por la noche salir y hacer explosionar fábricas de municiones, aviones, trenes, aeródromos, asesinar alemanes y colaboradores, provocar el caos para ralentizar el avance de los alemanes y así dar tiempo al ejército [británico] para contraatacar”, cuenta.
La Sección VII fue creada cuando Adolf Hitler cuando ya había ocupado Polonia, Checoslovaquia, Bélgica, Holanda y Francia y solo le quedaba Reino Unido para conquistar Europa. Hitler tenía un plan para invadir el Reino Unido que se llamaba ‘Sea Lion’ (león de mar). Entonces los británicos acaban de ser derrotados por los nazis en Dunkerque, en el norte de Francia. Más de 350.000 soldados británicos se habían replegado cruzando el Canal de la Mancha de vuelta, dejando todo su armamento en Francia. Hitler pretendía atacar al Reino Unido por mar, tierra y aire. En septiembre de 1940 empezó los Blitz, los bombardeos sostenidos de la aviación nazi, para debilitar las infraestructuras del país.
Hitler planeaba distraer a la Armada británica, la Royal Army, que estaba en Escocia, en el Mar del Norte, con un ataque señuelo para entonces cruzar el canal y desembarcar en las playas inglesas. Había reunido una flota de barcazas en Francia. Cuando invadieron Francia, los nazis dividieron el país en dos: la zona ocupada y la zona no ocupada, conocida como la Francia de Vichy, controlada en buena parte por los alemanes, pero con un gobierno francés. El Gobierno británico pensaba que los alemanes harían lo mismo en Gran Bretaña con la zona ocupada en el sur y la zona no ocupada en el norte.
“Por esto entrenaron operadores de radio, para poder pasar información de la zona ocupada a la no ocupada, o pasarla a un Gobierno en el exilio”, dice Chatterton. Si se hubiera producido una invasión alemana, tanto el rey, Jorge VI, como el Gobierno habrían sido evacuados a Canadá, aunque Churchill había dicho que no se marcharía y que moriría ahogado en su propia sangre en Downing Street.
“El sentido de la Sección VII era convertir en un infierno la ocupación nazi, pero también mantener al Gobierno en contacto con lo que sucedía en la zona ocupada para poder preparar una contrainvasión desde Canadá o desde cualquier lugar del Imperio”, dice. Querían evitar lo que sucedió en Francia tras la invasión, cuando todo el mundo se marchó y no quedó nadie detrás para informar de los movimientos de los alemanes. Cuántos soldados había, qué dirección tomaban.
Chatterton está especializado en la resistencia civil durante la Segunda Guerra Mundial. Explica que “a finales de la década de 1930 el SIS creó la Sección D para encontrar nuevas formas para luchar contra el enemigo, no de forma tradicional, sino de forma sucia, bestial, con asesinatos silenciosos. Hablaron con Checoslovaquia y Polonia para establecer una resistencia allí, pero estas conversaciones sucedieron demasiado tarde porque los alemanes loa invadieron”.
Había dos grupos antiinvasión formados por civiles en Reino Unido: las Unidades Auxiliares y la Unidad de Responsabilidad Especial (Special Duties Branch). Estaban situados en las regiones costeras del sur y este, por la zona más cercana a Francia, por donde podía producirse la invasión nazi. Las Unidades Auxiliares eran grupos de granjeros y guardabosques, gente con un conocimiento íntimo del territorio. En el norte y sur de Gales reclutaron a mineros y canteros, preparados para manejar explosivos.
En cambio, la Unidad de Responsabilidad Especial no estaba integrada por granjeros ni guardabosques, sino por doctores, veterinarios, mujeres mayores y jóvenes con la misión de espiar. Una mujer empujando una silla de ruedas, por ejemplo, no levantaba sospechas para recopilar información sobre cuántos soldados y cuántos vehículos había y hacia dónde se dirigían y enviar la información codificada a las fuerzas regulares.
Chatterton fue a parar a la Sección VII mientras investigaba a las Unidades Auxiliares y entrevistaba a testimonios. Todos sus miembros habían firmado la ley de secretos oficiales y no quedó apenas rastro de este grupo. La única referencia estaba en un libro de 2010 de Keith Jeffery sobre la historia del MI6, donde había tres únicos párrafos que se referían a una fuerza ultrasecreta llamada Sección VII creada por el SIS.
Algunos de los entrevistados le explicaron que sus padres o madres les habían contado que habían sido entrenados en ciudades del centro-norte del país, muy lejos de las zonas costeras donde estaba la resistencia civil. “Los testimonios coincidían al contar que sus familiares tenían quince o dieciséis años cuando fueron reclutados y que habían sido entrenados por francotiradores y exsoldados que daban mucho miedo”, dice. Y empezó a investigar la Sección VII que citó Jeffery en su libro. Chartterton calcula que había unos 3.500 civiles en las Unidades Auxiliares y otros 3.500 en la Unidad de Responsabilidad Especial. Solo se conocen a diez personas de la Sección VII aunque cree que debían haber miles.
¿Qué habría pasado si los nazis hubieran invadido el Reino Unido? Entonces la resistencia civil habría pasado a la acción. Durante su primera noche en el territorio, su suministro habría sido destruido. Habrían volado por los aires aeródromos y vías de tren. Oficiales alemanes habrían sido asesinados. “Tendrían que haber pedido más suministros a través del Canal de la Mancha, pero allí habrían sido atacados por la Armada Real, que en aquella época era la mejor del mundo”, dice Chatterton. La Armada Real estaba en Escocia, en el Mar del Norte, pero habría acudido rápidamente. Había un grupo especial cuya misión era la de desmantelar gasolineras y esconder el combustible para que los alemanes no pudieran seguir avanzando y para que volviera a estar disponible para los británicos cuando reconquistaran la isla.
“La percepción que había en 1940 era que no estábamos preparados para una invasión, que después de Dunkerque los alemanes nos podían invadir en cualquier momento y que, si nos invadían, la defensa iba a correr a cargo de un montón de hombres viejos y desarmados”, cuenta Chatterton en referencia a la guardia local reclutada por el gobierno y que eran veteranos de la Primera Guerra Mundial. Esta era la percepción, pero la realidad era que había miles de hombres y mujeres corrientes preparados para la lucha clandestina.
“También hay la percepción de que los británicos éramos los buenos porque luchábamos contra la Alemania nazi, que luchamos de una manera limpia, que no hicimos nada despreciable, pero esto es totalmente falso —dice Chatterton—. Las Unidades Auxiliares y la Sección VII debían ser increíblemente despiadados, matar a una pareja de ancianos granjeros si les descubrían, no tenía nada que ver con luchar armada cara a cara, se trataba de salir en medio de la noche y rajar la garganta de un centinela o hacer volar por los aires un almacén de armas”.
Pero, ¿cuán cerca estuvo el país de ser invadido por los nazis? “No demasiado. Los nazis habían preparado la operación Sea Lion, pero no valía para nada, era basura. Como era normal en los nazis, ni la armada, ni la marina ni las fuerzas aéreas se pusieron de acuerdo. Había rumores de que Hitler no quería invadirnos en el fondo porque nos veía como una especie de hermanos porque teníamos sangre anglosajona. Pero nos necesitaba fuera de la guerra. Su principal objetivo era atacar a Rusia, al este”. Los miembros de la Sección VII nunca tuvieron que actuar. Fueron héroes desconocidos por los que estuvieron dispuestos a hacer y, dice Chatterron, “esto cambia la idea de lo que es un héroe.