Los últimos de Mariúpol resisten como pueden las cometidas rusas. Dentro de la acería Azovstal se viven horas dramáticas. Un comandante de Ucrania ha explicado que los militares de Rusia están planeando un ataque decisivo para tomar la planta. "El asalto final está en camino", ha dicho para añadir que seguirán resistiendo.
La evacuación de civiles ha quedado suspendida hasta un nuevo alto al fuego. Ucrania y Rusia se acusan mutuamente de romperlo. Dentro de la fábrica todavía quedan alrededor de 200 civiles ucranianos, entre los que hay niños, personas mayores, heridos y enfermos.
Las organizaciones humanitarias desplegadas sobre el terreno han pedido la paralización de los ataques. Han apuntado que las personas escondidas dentro de la acería están al borde de la inanición, ya que ni les quedan víveres ni medicamentos.
Unos 11 autobuses que salieron este fin de semana de la zona con evacuados a bordo están en paradero desconocido. Las autoridades ucranianas han denunciado que Rusia podría haberlos secuestrado.
Otros han llegado a Zaporiyia este martes. Han tardado tres días en recorrer los 200 kilómetros que separan ambas ubicaciones. Niños y mayores sonríen después de unos días repletos de terror y hambre.
Los refugiados que quedan en la siderúrgica están al límite. Sobreviven a varios metros bajo tierra en túneles con humedades. Están hacinados y varios han sufrido heridas que no pueden tratar de una forma óptima. Los últimos dos cadáveres corresponden a dos mujeres de mediana edad. Han sido víctimas de los bombardeos de las tropas rusas.