Irina sigue las noticias con el corazón en un puño. Como el resto de sus compatriotas. Ella tiene 58 años y vive en la localidad de Bila Tserkva, a 80 kilómetros al sur de Kiev, la capital de Ucrania. Desde allí, en conversación telefónica con NIUS, explica cómo afronta la población esta escalada prebélica con Rusia, el posible preámbulo a una virtual invasión que según el presidente estadounidense, Joe Biden, podría producirse en febrero. ¿Cómo es el día a día en este tenso impasse? ¿Esa pulsión entre prepararse para lo peor y continuar con una vida normal?
"Hay gente que está ya cogiendo alimentos, acaparando víveres, pero hay otra que no", explica. "Algunos dicen que sí, que va a haber guerra. Otros confían en que no, en que la vía diplomática funcione. Pero nunca se sabe... porque Vladimir Putin quiere crear su imperio, no puedes controlar lo que hace", añade.
"La gente está preparada para todo. La gente está preparada para luchar y no dejar que coja este territorio", asegura Irina. "Putin quiere dominarlo todo", lamenta. "Y nosotros no hacemos daño a nadie". Repite una frase y quiere asegurarse de que se le ha comprendido bien ("eso ponlo", dice): "Nosotros, con Dios y Dios, con nosotros".
Moscú quiere evitar la posibilidad de que Ucrania se adhiera a la OTAN para frenar la expansión de la Alianza hacia el Este. Pero "aquí queremos entrar en la OTAN. Él (Putin) no puede controlar este territorio, es otro país. Somos independientes, podemos hacer lo que queramos. Y somos proeuropeos", dice Irina.
Vladimir tiene 28 años y vive también cerca de Kiev. Está angustiado por la posibilidad de que le recluten en una supuesta guerra. Dice que prefiere no hablar sobre todo lo que está pasando. Se siente temeroso. No quiere problemas. "¿Cómo saber que no me tienen pinchado el teléfono?", se pregunta.
Su madre, Olha, de 48 años, vive en Madrid. Está muy preocupada por él. "Tengo miedo por mi hijo y por todo el país", cuenta a NIUS. Ella no se fía. Porque tampoco pensó que Rusia se anexionaría Crimea, como hizo en 2014; ni que estallase el conflicto en la región del Donbás, en el este de Ucrania (zona prorrusa en guerra con Kiev desde hace casi ocho años).
"Nunca pensé que iba a vivir una guerra...", explica Olha. Nadie sabe lo que hará Putin, pero cuenta que en Ucrania hay ciudadanos que especulan con que una supuesta intervención militar esperaría a que concluyan los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín (que se celebrarán entre el 4 y el 20 de febrero). Afirma que muchos ucranianos piensan que "estamos más seguros si entramos en la OTAN, más protegidos".
"Antes éramos como dos hermanos", explica Olha sobre la relación entre Ucrania y Rusia, que mantiene desplegados a más de 100.000 soldados en su frontera. Ella habla ruso perfectamente. Lo aprendió en la escuela, antes de la disolución de la Unión Soviética en 1991.
En este clima de tensión, los colegios ucranianos han comenzado a entrenar a los alumnos para las amenazas de bomba ante el aumento -este mes- de avisos en los centros escolares. Avisos que han forzado evacuaciones en distintas ciudades.
"¿Cuántos explosivos crees que caben en este búho de peluche?", pregunta un técnico de desactivación de bombas a los estudiantes de una escuela de Kiev, informa Reuters. Él les enseña cómo reconocer artefactos y reaccionar ante una situación de alarma.
Las autoridades ucranianas culpan a Rusia de ese incremento de falsas amenazas de bomba, dicen que es "parte de una guerra híbrida". El Servicio de Seguridad del país ha informado de más de 300 avisos injustificados solo en lo que va del año (en comparación con los 1.100 en todo 2021).
A algo más de 800 kilómetros de Kiev, en Lugansk en la región prorrusa del Donbás, al este) Daniil, de 19 años, sostiene un arma. "Quiero que se reconozca nuestra república, que seamos iguales a las demás. Que todo esto acabe. Y quiero algo de estabilidad", le dice a la agencia Reuters.
Moscú presiona a Kiev con reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donestk. La semana pasada, la cúpula del Partido Comunista presentó ante la Duma una petición para reconocer a esos territorios separatistas.
En este tablero de movimientos estratégicos, intereses cruzados y pulsos calculados... resisten ellos, los ciudadanos. Irina es contundente: "Nadie quiere una guerra. Ucrania nunca quiere una guerra, quiere vivir tranquilamente".