El New York Times es rotundo en sus conclusiones. Thomas Friedman es claro en una columna en la que llama a no olvidar a los que dentro del Partido Republicano han alentado a Trump a insistir en su teoría de la Conspiración. "El Nuevo Testamento nos pregunta en Marcos 8:36: "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”. Los senadores Josh Hawley, Ted Cruz, Ron Johnson y sus colegas del Partido Republicano que conspiraron en un intento de golpe claramente olvidaron ese versículo, si es que alguna vez lo conocieron, porque están dispuestos a sacrificar sus almas, el alma de su partido y el alma de Estados Unidos —nuestra tradición de elecciones libres y justas como la ruta para transferir pacíficamente el poder— con tal de que Donald Trump pueda seguir siendo presidente y uno de ellos lo reemplace con el tiempo" dice en su columna. Y es un relato cierto de una democracia que ha recibido una de sus heridas más profundas, un ataque sin precedentes en boca de Biden, de la mano de su propio presidente. Cierto que Ted Cruz llamó a parar el asalto en redes, al igual que Trump, cuando sus incitaciones al odio y a no permitir que Biden sea presidente se les han ido de las manos, pero la división ya es tan profunda que el asalto es un ataque sin precedentes a la democracia americana.
La prensa americana no lo duda. Trump tóxico. Trump destructivo. Trump maníaco. Trump culpable. La casi segura derrota en Georgia de los dos senadores republicanos, Kelly Loeffler y David Perdue, que le juraron lealtad es una losa letal para el partido republicano. El reverendo Raphael Warnock, negro de 51 años, y Jon Ossoff, judío de 33, habrían logrado la victoria en las dos elecciones especiales que se celebraron el martes. Una hazaña teniendo en cuenta el estado en juego. El daño de Trump es profundo y más cuando no queda claro si volverá a presentarse a las elecciones después de decir que ama a los asaltantes del Capitolio, decir que los entiende y después de que su hija los calificara de patriotas en un tuit que luego borró.
Será la presidenta del Senado, la vicepresidenta Kamala Harris, la encargada de decantar la balanza a favor de los suyos gracias a su voto de calidad, que le permite romper empates. Georgia celebró la segunda vuelta de las elecciones al Senado de Estados Unidos el martes, una elección vital para el presidente electo, Joe Biden, ya que la victoria demócrata le permitirá implantar su agencia presidencial con más facilidad.
El estado sureño ya celebró un proceso electoral para elegir a sus dos senadores en las elecciones del 3 de noviembre, pero ni Ossoff ni Perdue ni los otros dos contendientes, la republicana Kelly Loeffler y el demócrata Raphael Warnock --cuya victoria se proyectó el mismo martes-- lograron superar el umbral del 50 por ciento de los votos.
Georgia, estado tradicionalmente conservador, se convirtió en un territorio 'clave' para los resultados de las elecciones del 3 de noviembre. El todavía presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo perdió por menos de 13.000 votos, siendo la primera vez que los electores del estado se decantaban por un candidato demócrata en casi 30 años.
"El presidente Donald Trump es culpable al 100% de la derrota de los dos senadores republicanos", afirmó Gabriel Sterling, republicano y responsable del sistema electoral en Georgia, del que ha defendido su buen funcionamiento. "Cuando le dices a la gente que tu voto no cuenta, que te lo roban y la gente se lo empieza a creer, provocas una guerra civil en el Partido Republicano en lugar de unificarlo. Es todo lo que ha hecho desde el 3 de noviembre”, ha manifestado.
Los simpatizantes del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, no solo han asaltado el Capitolio sino que se han concentrado en otras ciudades del país en protestas por lo que califican de una victoria fraudulenta de Biden. El daño y la división en las filas republicanas es descomunal.
Las concentraciones se han producido frente a los capitolios, las sedes de los parlamentos estatales, de Salem (Oregón), Atlanta (Georgia), Denver (Colorado), Salt Lake City (Utah), Austin (Texas), Little Rock (Arkansas) y Topeka (Kansas).
En Salt Lake City, el personal del Capitolio de Utah ha recibido orden de evacuar el edificio y en Georgia, estado protagonista por las elecciones que han dado el control del Senado al Partido Demócrata en las últimas horas, la Policía ha tenido que escoltar al secretario de Estado estatal, el republicano Brad Raffensperger, debido a la presencia de miembros de milicias armadas frente a la sede legislativa.
En Salem varios cientos de simpatizantes de Trump se han concentrado frente al Capitolio de Orgeón a pesar de la lluvia y han asistido a una serie de intervenciones políticas, interrumpidas para transmitir el mensaje publicado por Trump en Twitter y dirigido a los manifestantes en Washington.
"Este es el presidente. No nos vamos a casa. Esto acaba de empezar", ha asegurado uno de los líderes de la protesta tras la difusión de las palabras de Trump. Durante la manifestación han quemado una imagen de la gobernadora de Oregón, Kate Brown.
En Atlanta han sido decenas de simpatizantes del mandatario las que se han concentrado frente al Capitolio estatal, muchas de ellas portando banderas estadounidenses, y en Denver cientos de personas se han manifestado frente al Capitolio de Colorado.
En Topeka, la capital de Kansas, los manifestantes se han concentrado dentro del propio Capitolio de forma autorizada y pacífica. "No hay ningún incidente del que tenga noticia", ha explicado un portavoz de la Policía del Capitolio de Kansas, Terry Golightly, en declaraciones a la CNN. La concentración ha durado una hora y posteriormente se ha disuelto. Los líderes del Partido Republicano deberán pensar si deben o no de una vez por todas romper con Trump.