El reciente ataque en el Puente de Londres, –catalogado por las autoridades británicas como “acto terrorista”, y en el que han muerto dos personas después de que un hombre apuñalase a varios transeúntes antes de ser reducido heroicamente por varios ciudadanos y abatido por la policía–, hace imposible no recordar el 3 de junio de 2017. Fue en el mismo emblemático puente.
También hubo carreras y pánico. Y también eran terroristas los que, cuchillo en mano, sembraban el terror. Atropello primero y apuñalamiento después de quien se ponía en su camino en el mercado cercano. Como el ‘héroe del monopatín’, que se enfrentó a los yuhadistas. Ignacio Echeverría lo utilizó como arma para defender a una mujer. Su actuación evitó más muertes, y fueron 8. Hasta la reina de Inglaterra lo condecoró.
También entonces, los terroristas fueron abatidos y llevaban chalecos explosivos falsos, al igual que el agresor de este viernes.
El modus operandi fue similar en el atentado de otro puente. El de Westminster, en marzo de 2017. Fueron 10 segundos atropellando a decenas de peatones en los 76 metros, forzando a la caída al Támesis de la gallega Aisa.
“Juramos por el todopoderoso Alá”. Fueron las palabras de quien ensangrentado, cuchillo y hacha en mano, asesinó en 2013 a un soldado británico.