Un terremoto de magnitud 6.4 sacudió este jueves el sur de California, los habitantes de Los Ángeles sintieron los temblores a pesar de estar a más de 300 kilómetros del epicentro en el desierto de Mojave. Un total de 20 millones de personas sintieron el seísmo y pensaron con terror en el “Big-one”, la terrible amenaza latente en la falla de San Andrés.
Las imágenes hablan por sí solas. El pánico se apodera de los habitantes de Ridgecrest, junto al epicentro del seísmo. Unos niños que estaban realizando una obra de teatro para celebrar el 4 de julio vieron como el terremoto se hizo protagonista haciendo temblar todo el escenario. Los daños son cuantiosos para los restaurantes y comercios, pero también para los dueños de varias casas que han quedado destrozadas tras su paso. Algunos testigos confiesan que sintieron tanto miedo que pensaban que no iban a salir con vida del terremoto: “creía que ya me iba a morir, que no me iba a salvar”
El terremoto pilló por sorpresa a más de uno “dije qué me pasó, hay algo, me caí, me levanté”, relataba una mujer que aún se mostraba sobresaltada por lo sucedido. La sacudida ha provocado decenas de incendios también deja grandes grietas en la tierra. Muchos pensaron que se trataba del gran terremoto que se espera y se teme en California.
"Me asusté porque estamos esperando el grande pues dije yo ojalá quiera Dios que no vaya a suceder", afirma un hombre que se mostraba aliviado de que aún no se tratara de ese terremoto. Esta vez solo hay que lamentar heridos leves. Aunque las réplicas, más de cien, hacen prever nuevos temblores en los próximos días.