La cantidad de tentáculos que se extienden más allá de la intimidación militar que la República Popular de China está ejerciendo sobre Taiwán es descomunal. En la superficie, los aviones chinos sobrevuelan el espacio aéreo taiwanés con un último capítulo inquietante para las autoridades y la población de la isla. Entre el domingo y el lunes de esta semana, el Ministerio de Defensa detectó 52 aeronaves de guerra chinas, algunas de ellas con tecnología punta para destruir radares y así facilitar potenciales ataques. Bajo esa capa de constante amenaza militar subyacen otras estrategias que están sirviendo para aislar a Taiwán a un ritmo vertiginoso. Ahora más que nunca crece el temor a una ocupación militar, sin embargo, la guerra diplomática y económica se está librando desde hace décadas.
Entre los éxitos más recientes de China destaca su campaña para trasladar la elección diplomática de algunos países 1.700 kilómetros al noroeste de Taipéi. Naciones como Kiribati, las Islas Salomón, Panamá, Nicaragua u Honduras han optado por virar su postura y reconocer diplomáticamente a Pekín, o lo que es lo mismo, dejar de hacer lo propio con Taiwán. En la isla tildan esta política de persuasión como “la diplomacia del dólar”, esencialmente porque el gigante asiático brinda apoyo financiero a países necesitados para la creación de infraestructuras e incluso compran sus deudas a cambio de que ignoren a la “provincia escindida y rebelde”, tal y como el Gobierno de Xi Jinping tilda al autodenominado “Estado soberano” de Taiwán, presidido por Tsai Ing-wen. Aunque la isla tiene su propia Constitución, unos líderes democráticamente electos y unas fuerzas armadas con alrededor de 300.000 integrantes, su estatus como país independiente es confuso y ambiguo. Vive en un limbo legal a pesar de poseer la mayoría de las características de un Estado autónomo.
En estas dos maneras diametralmente opuestas de interpretar el estatus legal de Taiwán, China cuenta con una mayor capacidad de presión. Además de los embargos chinos sobre todo tipo de productos taiwaneses, principalmente agrícolas, la nueva fase de coacción se ha trasladado a los países que apoyan a Taipéi. En una conversación entre el ministro de Asuntos Exteriores taiwanés, Joseph Wu, y el director ejecutivo del Instituto Australiano de Política Estratégica, Peter Jennings, llevada a cabo tras la última incursión aérea de China, el primero argumentó que la intimidación económica se extiende incluso a las empresas que invierten en naciones que tienen vínculos diplomáticos con Taiwán.
“Estoy seguro de que se han fijado en el caso de Lituania. El gobierno lituano decidió tener algunas relaciones con Taiwán al permitirle abrir una oficina de representación en Vilnius. La forma en que los chinos están presionando a ese pequeño país del Báltico es increíble, afirmó Wu. “Pero ése no es el punto final. China se dirige a las empresas europeas que hacen negocios en Lituania. Se trata de una sanción secundaria. Ahora, los países europeos se dan cuenta de que es un acto muy hostil contra la Unión Europea, no sólo contra Lituania”.
Son varios los frentes de presión que tiene Taiwán y la cuestión es de qué manera los afronta. En el aspecto diplomático y económico, Wu recalcó la importancia de ofrecer una imagen internacional conciliadora y convertirse en una “fuerza del bien en el mundo”, una iniciativa que, piensa, le ha traído muchos beneficios con su aliado más importante, Estados Unidos.
“Queremos ser una fuerza positiva que contribuya a la lucha contra el terrorismo, a preservar la libertad religiosa, a extender la democracia y los derechos humanos a las zonas más allá de Taiwán, y a luchar contra esas fuerzas autoritarias como Corea del Norte, uniéndonos a las sanciones internacionales”, explicó. “Queremos trabajar con socios para proporcionar ayuda internacional a los países en desarrollo. Esto es necesario para seguir construyendo la reputación de Taiwán”, prosiguió.
En el apartado militar y ante las muestras de poderío que está llevando China en espacio aéreo taiwanés, Taiwán mira hacia EE.UU. y busca asegurar su apoyo.
“Hemos trabajado muy estrechamente con EE.UU. Nos han proporcionado no sólo armas defensivas, sino también capacidades de mantenimiento, servicios y formación. Eso ha reforzado sustancialmente nuestras capacidades de defensa”, agregó el ministro de Asuntos Exteriores taiwanés. Wu se une a aquellos que temen una invasión china durante el mandato de Xi Jinping.
“La presión militar es ciertamente más palpable. Si nos fijamos en los tipos de ejercicios militares que han estado llevando a cabo, cada vez es más complejo, más adecuado para la guerra moderna y y supone la mayor amenaza que hemos vivido”. Los ejercicios aéreos chinos alrededor de Taiwán aumentaron a casi 1.000 salidas en el último año”.
Un día después de que EE.UU y Japón protagonizaran maniobras militares en el mar de Filipinas, concretamente al este de Taiwán, China volvió a mostrar su poderío militar en espacio aéreo taiwanés. Un total de 52 aviones fueron divisados por los radares de la isla y entre ellos se avistaron por primera vez dos aeronaves de alta tecnología, J-16D. Una de sus particularidades de estos reactores que, tal y como reporta el medio estatal chino, Global Times, se presentaron por primera vez en septiembre, es que cuentan con equipos de interferencia electrónica. El analista del Instituto de Defensa y Seguridad Nacional de Taiwán, Shu Hsiao-huang afirmó a AFP el potencial de este modelo.
“Es capaz de destruir radares para suprimir y dañar las capacidades de defensa aérea del enemigo. Estas capacidades de interferencia de radares podrían allanar el camino para posteriores ataques. Supone una nueva gran amenaza para la defensa aérea de Taiwán”, argumentó.
Las interpretaciones de analistas taiwaneses e internacionales van en consonancia con la posibilidad inminente de una invasión de Taiwán. El mes de mayor actividad aérea de aeronaves chinas en espacio aéreo taiwanés fue octubre de 2021, con 196 incursiones en su zona de defensa. El 4 de octubre sigue siendo el día de mayor actividad tras el avistamiento de 56 cazas chinos.