El teletrabajo ha llegado para quedarse en muchos países. Impulsado por la pandemia de coronavirus, muchas empresas han tenido que adaptarse a la nueva realidad de trabajar desde casa. Pero no todos los países están igualmente preparados ante este avance tecnológico.
Es el caso de Japón, donde el trabajo desde casa se ve entorpecido por prácticas tradicionales como el uso de los sellos "hanko", un peculiar sistema de firmas ampliamente utilizado.
El uso del "hanko" está siendo cuestionado en la crisis actual y el ministro de Tecnologías de la Información, Naokazu Takemoto, que también lidera el comité gubernamental de "parlamentarios para la protección de la cultura del hanko japonés", ha propuesto adoptar un sello electrónico ("e-seal"), que no entraría en vigor hasta 2022.
Además, la cultura presencial y la dependencia del papel, dos de los aspectos que marcan el modo de trabajo que tienen en el país nipón, tampoco ayuda. A pesar de que Japón permite la digitalización de documentos corporativos desde hace más de 20 años, gracias a la ley de preservación de libros y documentos electrónicos de 1998 y la ley de documentos electrónicos de 2005, y aunque ciertas empresas ya han adoptado un sistema de sellos digitales, de nada sirve si sus socios no hacen lo propio.
La mayoría de los trabajadores puede redactar informes y formularios en su ordenador, pero la norma es imprimirlos y enviarlos compulsados por correo electrónico, postal o fax, algo vigente y en muchas ocasiones de uso obligatorio en Japón, incluso entre grandes corporaciones y Gobierno locales.
Este modo de trabajar ha tenido que ser transformado, a la fuerza, con la llegada de la pandemia. Según la Cámara de Comercio de Tokio, en junio un 67,3% de empresas realizaba teletrabajo, y un mes después el Gobierno obligó a que al menos el 70% de los trabajadores de las empresas trabajaran a distancia.
Estos cambios han liberado al 'salaryman', acabando también con las obligatorias salidas a beber con los compañeros de trabajo y con el jefe, al que hay que llenarle la copa, tradicionales en el país. Pero a pesar de ello, muchas empresas de Japón siguen resistiéndose a este avance y apuestan por mantener su cultura laboral y sus tradiciones, a pesar de que continúan en el punto de mira, y más aún ahora en plena pandemia.
Después de que las autoridades niponas documentaran miles de suicidios y otras muertes por problemas de salud relacionados con el trabajo excesivo, el Gobierno aprobó en 2018 una reforma laboral que fijaba en 100 horas extra mensuales el máximo legal que se podía trabajar, el primer tope de este tipo introducido en Japón.
El Ejecutivo también ha intentado desde entonces promover otras medidas para mejorar la conciliación de la vida laboral y la familiar, como fomentar los horarios flexibles y el trabajo desde casa o animar a los trabajadores a tomarse más vacaciones, pero con escaso éxito.
Un 19,1 % de las empresas niponas ponía a disposición de sus empleados sistemas de teletrabajo a comienzos de año, según los últimos datos oficiales, que están lejos del objetivo del 34,5 % marcado por el Gobierno para este 2020.
La cifra, además, decae hasta el 8,5 % cuando se trata de trabajadores que han usado alguna vez los sistemas habilitados por sus empresas -como las videoconferencias o documentos compartidos digitalmente- para ejercer sus funciones desde casa.