Cualquier indicio sobre una potencial invasión militar por parte de la República Popular de China intensifica el recelo en Taiwán. Las señales no cesan y la desconfianza es cada vez mayor. La veracidad o no de un reciente informe que sostiene que el presidente chino, Xi Jinping, tenía pensado invadir la isla autónoma este otoño pasa a ser una cuestión secundaria.
Lo que pesa no es la validez de los tiempos revelada en esta supuesta información, sino lo que el mensaje aporta a la narrativa taiwanesa sobre el peor escenario posible. El soplo ha sido publicado por el activista disidente ruso, Vladimir Osechkin, quien desde Francia edita una web que denuncia el incumplimiento de los derechos humanos en las cárceles rusas. A través de varios comentarios en Facebook Osechkin cita como fuente a un informante anónimo del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB).
Éste le habría filtrado que China pensaba invadir Taiwán en otoño, pero que los planes cambiaron después de la ofensiva rusa en Ucrania. El documento indica que Jinping “necesita su propia pequeña victoria para ser reelegido para un tercer mandato”, aunque “tras los acontecimientos de Ucrania, esta ventana de oportunidad se ha cerrado”.
El ministro de Asuntos Exteriores taiwanés, Joseph Wu, ha afirmado que no puede hablar sobre la autenticidad de un documento que, a fin de cuentas, no altera el orden de los factores: “no importa si China decide atacarnos o cuándo lo hará, siempre tenemos que estar listos para defendernos”, sostuvo Wu ante los reporteros.
Lo llevan haciendo durante décadas, desde su transición a la democracia, aunque desde que Vladimir Putin mostró al mundo de lo que es capaz el líder de un sistema autoritario, la planificación es todavía más meticulosa. Taipéi percibe dos espejos.
Uno proyecta la voluminosa imagen del ego bien alimentado, del autócrata que controla a su población afín y que es capaz de fulminar a los ciudadanos que forman parte de las minorías de su país o a los que considera enemigos. Capacitado para hilvanar una red a su alrededor entre sus confidentes, a través de una cultura del miedo donde los consejeros mienten más que sienten. Lo hacen por miedo al déspota, engordado por aquello que quiere oír y que sirva para validar su visión, por enajenada que ésta sea. A los ojos de Taiwán, Putin y Jinping están hechos de la misma pasta. Crece así el sentimiento de vulnerabilidad que provoca la tiranía impredecible y el temor a una guerra asimétrica. El otro espejo refleja la realidad ucraniana como anticipo del futuro de Taiwán. Con diferencias estratégicas por la fisonomía geográfica, aunque con similitudes suficientes como para tomar nota.
“Si se observa la ambición de la China autoritaria, ellos quieren cambiar el orden internacional, quieren imponer sus puntos de vista autoritarios en Taiwán y en el resto del Indo-Pacífico”, destacó Wu en una entrevista a Sky News. “Por lo tanto, si Taiwán cae, estoy seguro de que el resto de la región va a sentir el impacto. Sólo por esa razón, Taiwán debe mantenerse muy fuerte para resistir la expansión del autoritarismo. Lucharemos para proteger no sólo la soberanía de Taiwán, sino también su forma de vida democrática”, argumentó el ministro.
La postura desvelada por el ministro de Asuntos Exteriores taiwanés demuestra que no están de brazos cruzados ante la amenaza. La isla de Dongyin, parte más septentrional de Taiwán y ubicada a 50 kilómetros de la ciudad china de Fuhou, fue el lugar elegido para una ronda de simulacros que el ejército taiwanés llevó a cabo la semana pasada. Se preparaban para un posible ataque chino al que las autoridades describieron como una prueba militar rutinaria como otras que se han llevado a cabo en el pasado. Sin embargo, los analistas señalan a Dongyin -parte de las islas Matsu- como un lugar estratégico clave, que cuenta con alrededor de 1.400 civiles y que está equipado con misiles antibuques de fabricación propia, Hsiung Feng II, y con misiles tierra-aire, Sky BowII. “Es la isla periférica más importante desde el punto de vista estratégico”, señaló Taipéi Times, Chieh Chung, investigador asociado del think tank, National Policy Foundation.
Si hay un lugar en Taiwán donde temen en mayor medida una incursión de China es en esta pequeña isla de apenas cuatro kilómetros cuadrados. Sobre su espacio aéreo sobrevoló un avión chino el 5 de febrero y, según sus residentes, lo hizo “muy bajo”. El incidente ha generado un sentimiento de inseguridad todavía mayor, ya que a pesar de haber testigos presenciales que afirman haber visto la aeronave, el incidente no fue reportado por el Ministerio de Defensa hasta pasados diez días. Surge así la cuestión sobre si los radares no fueron capaces de identificar al avión y de si las medidas de defensa taiwanesas son suficientes o no. Más allá del debate, Dongyin fue el lugar elegido para el último simulacro y esto evidencia el nivel de máxima alerta que vive Taiwán.
“Un indicador (de la amenaza) es su intrusión aérea en nuestras zonas de identificación de defensa aérea (ADIZ): sólo el año pasado volaron casi 1.000 salidas en nuestra ADIZ y eso es una gran amenaza”, comentó el ministro de Asuntos Exteriores de Taiwán la semana pasada. “Además, también tienen fuerzas navales que se están haciendo muy fuertes y continuamente realizan sus ejercicios alrededor de Taiwán. También han desplegado un buen número de misiles dirigidos a Taiwán”, sentencia Wu.
Además de los simulacros y de aunar una producción propia de misiles que el Ministerio de Defensa estima se duplicará este año (se prevén alrededor de 500), estrategas militares taiwaneses están analizando la manera en la que Ucrania se defiende ante la invasión de Rusia. Una de las similitudes que se perciben es el carácter de David contra Goliat que tiene el conflicto en Europa y que se asemejaría al caso China-Taiwán. Según ha reportado Reuters, citando al director del Instituto de Estudios de Asuntos Militares de China de la Universidad de Defensa Nacional de Taiwán, Ma Cheng-Kun, “las fuerzas armadas ucranianas han utilizado plenamente la guerra asimétrica de forma muy eficaz y hasta ahora han logrado frenar el avance de Rusia. Eso es exactamente lo que nuestras fuerzas armadas han estado desarrollando de forma proactiva. A partir de la actuación de Ucrania podemos confiar aún más en la nuestra”, esgrimió.
Hay otras voces, en cambio, que no creen que Taiwán esté lista -todavía- para replicar su propia versión de lo que los militares, la reserva y los ciudadanos ucranianos están realizando para defender su territorio de las hostilidades rusas.
Según el columnista de Taiwán News, Courtney Donovan Smith, “por razones estructurales, las fuerzas de reserva de Taiwán no están bien preparadas para preparar a los civiles taiwaneses para luchar y participar en una insurgencia a largo plazo durante una invasión china”. Por eso, lo que sugiere el columnista es preparar a la población no sólo para defender Taiwán desde la perspectiva militar, sino crear estructuras civiles que ayuden a suplir necesidades básicas para aquellos que estarían defendiendo el territorio.
“Al igual que esos ancianos ucranianos que preparaban cócteles Molotov en Kiev, todo el mundo debería ser considerado para una amplia variedad de papeles voluntarios previamente formados, ya sean adolescentes, ancianos y, sí, los tres cuartos de millón de extranjeros de Taiwán”, apunta recordando que los taiwaneses pueden ser los mejores del mundo en organización logística.
La potencial invasión de China a Taiwán tras lo sucedido en Ucrania mantiene en alerta al Gobierno de la presidenta, Tsai Ing-wen, con otras medidas que están sobre la mesa como la ampliación del servicio militar obligatorio a un año -en lugar de cuatro meses- o el que todos los varones de entre 18 y 36 años sean considerados reservistas si no hay voluntarios suficientes que se alisten en caso de conflicto. Aunque no son las autoridades del país los únicos que están vigilantes.
Varios analistas y sectores de la población cada vez están más mentalizados sobre la necesidad de crear una red de voluntarios preparada con anticipo, cuya organización tenga la capacidad de suplir las carencias que se observan en Ucrania y que pueda copiar sus virtudes.