La ola de solidaridad con los ucranianos no solo no cesa, sino que aumenta cada día. Camiones abarrotados, cargados con toneladas de ayuda salen permanentemente en dirección a la frontera con Polonia y regresan, muchos de ellos, llenos de refugiados que huyen del terror.
De manera urgente y masiva la respuesta solidaria en España corre en paralelo a la salida de refugiados de Ucrania. Una de las iglesias ortodoxas que hay en Barcelona es desde ya un punto de acogida de todos los alimentos, prendas de ropa y medicamentos que los ciudadanos están donando a los refugiados ucranianos. Además de lugar de encuentro de ucranianos, rusos y bielorrusos se ha convertido en una zona de culto común alejado de las balas.
Hoy todos han pedido por la paz. Desde Mojácar, en Andalucía, salen durante la noche para la frontera de UCrania. La dueña de uno de los bares de la localidad almeriense y su empleada ucraniana, que llegó para trabajar y hoy se ha convertido en su amiga, han comenzado esta recolecta. En la furgoneta en la que llevan la ayuda, esperan traer a quien quiera y todavía pueda venir a España.
Ropa de abrigo, artículos de limpieza, comida y medicina se agolpan en los envíos que preparan voluntarios en Sevilla. De punta a punta del mapa, España es un inmenso frente de empatía con las víctimas de la invasión rusa.