La Organización de Naciones Unidas, ONU, ha registrado la muerte de al menos 596 civiles desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, aunque cree que el número real es mucho mayor. Las imágenes más duras estos días llegan desde los alrededores de Kiev, donde el Ejército del Kremlin estrecha el cerco con artillería y bombardeos. Allí, en el corazón del país, les esperan jóvenes valientes, soldados con apenas tres días de entrenamiento.
La mayoría de los jóvenes que se alistan como voluntarios a los centros de reclutamiento de Kiev para combatir por Ucrania son adolescentes. Muchos de ellos se acaban de graduar del instituto y con una preparación fugaz ya se ven preparados para ir al frente de batalla, o muy cerca del este, según informa la 'BBC'.
Dmytro Kisilenko y Maksym Lutsyk, estudiantes de 18 y 19 años, se aventuran en una guerra de la que desconocen su destino. El último de ellos se han formado como 'scout', conoce técnicas de supervivencia, pero su uso de las armas es escaso. Son jóvenes que han dejado de lado sus carreras de economía y biología -respectivamente- para, en apenas una semana, estar listos para el combate.
En los centros de reclutamiento, estos soldados se concentran entre sacos de dormir y colchonetas. Acuden a las instalaciones en autobuses y, durante el trayecto, parecen divertirse como si fueran a una fiesta, de no ser por las armas que portan. Las autoridades les entregan a cada uno de ellos un rifle de asalto Kalashnikov.
Todos esperan la llegada de las tropas rusas a Kiev. De momento se resguardan en el extremo oriental de la ciudad mientras el Ejército de Vladímir Putin se aproxima al corazón del país. Los adolescentes van dotados de uniformes, chalecos antibalas, cascos y rodilleras de infantería.
Aprovechando su entrenamiento básico, montan barricadas de acero antitanques y las fortalecen con sacos de arena. Poco a poco se hacen a los rifles, a cómo disparar y a defender a los suyos. Incluso en esos tensos momentos se sonríen entre ellos, aunque todos temen la artillería pesada rusa y su atronador sonido. Creen que si las tropas rusas llegan a Kiev, la guerra puede terminar.
Muchos de los jóvenes soldados ucranianos cuentan que no les han contado a su familia su labor porque no quieren que se preocupen. Sus seres queridos siguen refugiándose de las bombas en los búnkeres y sótanos de numerosas localidades. Otros, no obstante, sí que han comentado a su familia su deseo de luchar por su país, aunque solo piensan en regresar sanos y salvos. La muerte no es una opción para ellos.
Preparándose para el desafío de sus vidas, hablan de sus sueños de futuro, de divertirse con amigos, de viajar, de terminar sus estudios y de formar una familia. Sus padres solo rezan y concentran energías para que sus vidas no queden devastadas con la realidad de la brutal guerra, como las de tantas otras generaciones de jóvenes que murieron combatiendo en guerras europeas.
Respecto a los soldados rusos, los medios de comunicación internacionales no tienen acceso a hablar con ellos. Están situados a unos pocos kilómetros al otro lado de la línea del frente. Algunas fuentes apuntan a que muchos no saben realmente lo que se les tiene planeado. Todo ocurre en la oblast de Kiev, a la espera de lo que muy probablemente sea la batalla crucial de la guerra en Ucrania.