La guerra en Siria ha obligado a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares para ponerse a salvo. La mayoría acaba viviendo en condiciones extremas, en campamentos colapsados. Según la ONU, casi 30 menores han muerto de frío en lo que va de año. Entre ellos, un bebé de siete meses.
Las imágenes de un padre sirio con su pequeña fingiendo que las bombas que caían a su alrededor eran de juguete ha conmovido a millones de personas que han visto el vídeo. Sin embargo, es una escena cotidiana en Siria, que vive una guerra civil larga e interminable. No solo las bombas matan, también el hambre y el frío, como revela el informe de la ONU.
Cubiertos de nieve y a temperaturas bajo cero, ellos, los niños siguen jugando. En estas condiciones inhumanas se encuentran hacinados en campamentos de refugiados más de medio millón de menores tras huir de la guerra en el norte de Siria.
El frio invierno les está pasando factura y en lo que va de año han muerto una trentena de niños, entre ellos un bebé que no llegaba al año de vida. Sin ropa de abrigo adecuada muchas familias tienen que dormir al raso y las que consiguen una tienda de campaña y un calefactor se arriesgan a morir asfixiadas por el dióxico de carbono.
Huyen de los bombardeos de los aviones rusos en la provincia de Alepo, donde el Ejército de Bashar Al Asad ha recuperado la mayoría de las poblaciones controladas por el Estado Islámico, pero el precio pagado ha sido alto para la población civil. La peor parte se la llevan los niños.
Desde la ONU denuncian que el Ejército está bombardeando indiscriminadamente a la población civil. "La cantidad abrumadora de ataques a hospitales y escuelas no puede ser accidental", afirma un funcionario.
Mientras tanto, Turquía sigue desplegando tanques en la frontera con Siria ante la escalada de tensión con Rusia.