Cuando Marta Borrell, sevillana de 16 años, te cuenta su plan para resolver los problemas de la educación en África, llama la atención lo claro que tiene cuál es la solución: ¨hay que controlar el dinero que llega de la ayuda internacional e invertirlo bien¨. La joven lo dice con conocimiento de causa, después de dos años recorriendo África en busca de respuestas.
Ahora su voz ha llegado hasta la sede central de las Naciones Unidas en Nueva York, donde ha participado en un foro organizado con motivo del Día Internacional de la Educación. ¨La educación es la única herramienta que existe para erradicar la pobreza y por eso debemos trabajar lo más duro posible¨, ha dicho la española ante la comunidad internacional y decenas de expertos en educación.
¨¿Alguien sabe qué es esto?¨, preguntaba Marta a la audiencia durante su discurso en las Naciones Unidas con un trozo de madera en la mano que no era mucho más grande que su mano. No es de extrañar que lo primero que le viniera a la cabeza a más de uno, incluida una servidora, es que se trata de una pieza de decoración hecha a mano que, quizá, sirviera para venderla y recoger fondos. La respuesta de la joven fue mucho más dura. ¨En Uganda, muchos niños utilizan pequeños y artesanales asientos como este para descansar en su camino a la escuela. Le llaman Seats of Karamoja (silla de Karamoja)¨.
Marta no quiso profundizar en las largas distancias que miles de niños tienen que recorrer cada día para llegar a la escuela, pero sí dejó claro que tenemos un compromiso con ellos. Esta silla, ¨es un símbolo del enorme esfuerzo, de la ilusión y la voluntad que un niño es capaz de desarrollar por sí mismo para ir a la escuela. Tenemos la obligación de que esa ilusión no se desvanezca¨.
Entre su auditoria se mezclaban expertos en educación y representantes mundiales, ninguno de ellos cercanos a la edad de Marta, que, además, era la única representante española en este foro. ¨Creo que la gente joven debería tener esta oportunidad tan a menudo como sea posible porque nosotros somos la generación que va a dirigir este mundo en pocos años¨. Razón no le falta.
Cada año en su colegio de Sevilla, Marta y sus compañeros hacen un viaje de fin de curso. Cuando tenía 13 años, viajaron con la escuela a Marruecos y allí la joven conoció una realidad que le impactó. ¨Vimos niños, de nuestra edad o más pequeños, que no podían ir al colegio¨. El acceso a educación, que para ella y sus compañeros era básico e incluso un derecho, parece que el resto del mundo no lo entendía igual.
Cuando llegó a casa comenzó a buscar información sobre los problemas educativos en África, y aprovechando unas vacaciones de verano decidió visitar escuelas africanas rurales para conocer la realidad en primera persona. ¨Fuimos mi familia y una amiga con su familia que en aquella época vivía en Namibia, así nos podía ayudar a comunicarnos¨. Marta y su improvisado equipo recorrieron durante 20 días cientos de escuelas del país africano.
Ella y su amiga compartieron clases con niños africanos, entrevistaron a profesores y expertos en educación, y quisieron recoger cada uno de los testimonios e imágenes de este viaje en un documental que ayudara a abrir los ojos al mundo, una vez más, ante esta problemática.
“Un hombre llamado Mandela dijo una vez que la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo, entonces, ¿porque hay países tan pobres? ¿Qué está mal en su educación?¨. Son las preguntas con las Marta inicia su viaje a África en el documental que ella y sus padres han realizado juntos, ¨Una Luz en la Oscuridad¨.
Las imágenes muestran una realidad dura. Niños descalzos, pocas mujeres en las aulas y profesores que no cuentan con la formación necesaria para ¨transmitir sabiduría con sensibilidad y suficiente capacidad emocional¨, explica Marta a NIUS.
En el tráiler, Marta ha querido resaltar un tema sin guión, simplemente dejándose llevar por sus interlocutores. Como, dos mujeres cuentan que su profesor les amenazaba con que solo aprobarían la asignatura si se acostaban con él. Una sorprendida y inocente Marta le pregunta de qué daba clases ese profesor: Moral and Civic Education (Educación moral y civil).
A pesar de su juventud, Marta Borrell no solo ha puesto cara y nombre, una vez más, a un problema que viene de lejos. La sevillana también ha vuelto con soluciones, y así se las ha explicado a la comunidad internacional. ¨Dedicar más dinero a la formación de profesores para que transmitan su sabiduría y no solo datos, que el contenido que se imparte se ajuste a cada sitio y un mayor control en la ayuda monetaria que llega del exterior¨.
Marta entró en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York con nervios, pero salió reconfortada. ¨Al principio estaba muy nerviosa pero cuando me tocó hablar me di cuenta de que tenia que hacerlo, por todos los niños que he conocido en este viaje¨.
Según los datos que ha recogido en su viaje, el 96% de los niños que viven en Uganda se matriculan en la escuela, pero solo un 2% termina la secundaria. Cómo ella misma defiende, a pesar de que el mundo sigue enviando ayudas a África, sigue sin ser suficiente. ¨Igual la forma en que se ayuda debería mejorarse¨, explica, ¨por mi experiencia, soy más partidaria de formar y de enseñar que de dar dinero. Creo que la limosna no es sostenible¨.
Marta sabe que su paso por la sede de la ONU no ha dejado indiferente a nadie. ¨No tengo estudios superiores, soy una niña, no te esperas que vaya a atacar con datos, con mi experiencia, que creo que es lo más fuerte. Esto le dio valor a mi discurso, yo lo vi con mis propios ojos¨.