La oración del arzobispo de París, Michel Aupetit, por el Viernes Santo ha permitido ver el interior de la catedral de Notre Dame, a solo cinco días del primer aniversario del incendio que destruyó parte del templo. Coincidiendo con las celebraciones de Semana Santa, que este año se han visto muy limitadas por el confinamiento por el coronavirus, el arzobispo y el rector de la catedral, Patrick Chauvet, presidieron una ceremonia íntima de veneración a la corona de espinas, reliquia salvada en el fuego del 15 de abril de 2019.
El Papa ha presidido un insólito Via Crucis marcado por la pandemia de coronavirus desde un palco habilitado en medio de la Plaza de San Pedro completamente vacía y sólo iluminada por la luz de las velas. En años anteriores, las catorce estaciones que recorren desde la condena a muerte de Jesús hasta su sepultura han tenido lugar en el Coliseo de Roma, pero la emergencia del Covid-19 obligó al Vaticano a cancelarlo.
La plaza de San Pedro ha sido completamente blindada a los fieles por la policía italiana, que ha realizado exhaustivos controles a todo aquel que se acercaba a los ingresos. El sacerdote italiano, Marco Pozza, capellán de la cárcel de Padua que ha coordinado la elaboración de los textos de las meditaciones por parte de personas que tiene una conexión con la prisión, ha portado la cruz al principio del recorrido.
Un condenado a cadena perpetua, un sacerdote acusado falsamente de pederastia, la madre de un chico en prisión, un agente de policía penitenciario o una catequista son algunas de las personas que han escrito este año las reflexiones del Vía Crucis del Vaticano.
El recorrido que ha vertebrado las 14 estaciones y que recuerdan las últimas horas terrenales de Cristo en la Tierra ha comenzado en torno al obelisco que se erige en el centro de la plaza de San Pedro y ha proseguido en mitad de la columnata de Bernini para desembocar en el patio de la Basílica de San Pedro.
En parte de las estaciones, los propios detenidos de la cárcel de Due Palazzi en Padua que han escrito parte de las meditaciones han portado la cruz. Entre los portadores también había médicos y enfermeros que están trabajando en primera línea de los hospitales de Italia asistiendo a pacientes afectados por el Covid-19.
El sábado 11 de abril, Francisco entrará en procesión a la Basílica de San Pedro a oscuras portando el cirio Pascual para celebrar la Vigilia Pascual y finalmente el 12 de abril, Domingo de Resurrección, presidirá la misa en la Plaza de San Pedro a las 10.15 horas, tras la cual dará al mundo entero la bendición 'Urbi et Orbi' al mediodía que solo se imparte sólo en Semana Santa, Navidad y tras la elección de un Pontífice. Sin embargo, el Papa impartió recientemente un bendición 'Urbi et Orbi' extraordinaria ante la situación que vive el mundo por la pandemia del coronavirus.
Jerusalén suele ser el corazón de las celebraciones de Pascua, pero hoy las callejuelas de la Vía Dolorosa en la Ciudad Vieja están completamente vacías. Sin peregrinos y sin las procesiones tradicionales del Viernes Santo. Para evitar la propagación del virus todos los lugares de culto de la ciudad santa están cerrados. Millones de cristianos en todo el mundo rezan confinados en esta Pascua marcada por la pandemia.
Decenas de personas desoyeron las prohibiciones y se acercaron a la puerta de las iglesias en Manila para rezar por la Semana Santa. También se vieron ritos de autoflagelación. Muchos aseguraban que se flagelaban para “conseguir el perdón de sus pecados y acabar con el Covid-19”. Una lectura que ha desaprobado la Iglesia Católica que cree que es una mala interpretación de la fe.
Desde un helicóptero que sobrevolaba la ciudad ha esparcido agua bendita y dado la bendición un sacerdote a los habitantes de la ciudad boliviana de Cochabamba. Confinados en sus casas desde hace semanas por el Covid-19, los feligreses pudieron seguir en directo el vuelo que duró una hora por las redes sociales. Al helicóptero del Ejército se subió también una imagen del apóstol Santiago, muy venerado por los bolivianos.
Pocas ciudades viven con mayor fervor la Semana Santa como la capital andaluza. Este año no ha sido el tiempo, sino el coronavirus lo que ha obligado al recogimiento y a que las imágenes se quedasen en sus templos. Algunos han querido remediarlo haciendo que los pasos saliesen virtualmente gracias a proyecciones de pantalla en algunos edificios.
A pesar de ello, las imágenes como la Macarena, la Esperanza de Triana o el Cristo de los Gitanos se han quedado en sus iglesias, guardando la debida cuarentena como todos los feligreses.