Una familia de Tartagal, una ciudad del norte de Argentina, en la provincia de Salta, ha sido denunciada por robar del hospital local el cadáver de Ramón Juárez, un hombre de 69 años, miembro de la familia, que había fallecido por coronavirus.
Los hechos ocurrieron el pasado sábado en el Hospital Juan Domingo Perón, donde entre hijos, sobrinos y amigos de la víctima, en total unas 20 personas, robaron el cadáver para poder llevárselo y bañarle, vestirle y prepararle para velarlo en familia.
Según defiende la familia, la víctima no tenía coronavirus y querían poder velarle, despedirse de él y después quemarle, según recoge el medio Perfil. Un acto que va en contra de todas las medidas sanitarias de protección frente al virus. Por este acto, han sido denunciados penalmente.
No es la primera vez que sale a la luz un caso en el que los familiares de una víctima roban su cadáver o incluso lo mueven de un lado a otro según su conveniencia, saltándose todas las normas. Hace solo unos meses, el pasado mayo, una pareja de 41 y 45 años fueron detenidos como presuntos autores de un delito contra la salud pública al haber intentado ocultar a la madre de la detenida, de 63 años, la cual habría fallecido en el domicilio familiar.
Los hechos ocurrieron cuando los agentes recibieron una llamada en la que se informaba del fallecimiento de una mujer de avanzada edad en la vía pública.
Ya en el lugar, los agentes observaron a una mujer tendida en el suelo junto a una silla de ruedas y varios familiares a quien personal del Servicio de Protección Civil estaba intentando reanimar mediante maniobras mecanizadas de reanimación cardiopulmonar, por lo que solicitaron la presencia de una ambulancia.
La hija de la finada manifestó que había sacado a pasear a su madre en la silla de ruedas y ésta había comenzado a encontrarse mal por lo que solicitó la ayuda de unos trabajadores del Servicio de Protección Civil.
Estos últimos explicaron que, si bien en un primer momento les habían pedido ayuda en relación al estado de gravedad de la mujeres, posteriormente y de forma incomprensible habían dificultado su actuación no permitiéndoles bajar a la señora de la silla para iniciar las maniobras de reanimación, lo que finalmente comenzaron tras solicitarlo insistentemente. Además desde el principio de la reanimación observaron la carencia de cualquier signo de constante vital.
Mientras tanto la doctora realizó un reconocimiento de la persona fallecida e informó de que había encontrado indicios razonables para pensar que pudiera encontrarse en este estado más tiempo del que habían comunicado los familiares, por lo que se activó el protocolo de actuación establecido para este tipo de intervenciones.
El cadáver fue posteriormente trasladado hasta el Instituto Anatómico Forense para la realización de las pruebas pertinentes y determinar la causa de la muerte.
En el domicilio, situado en la zona norte de Granada residían la fallecida de 63 años junto con su hija de 41 y su yerno de 45, los policías encontraron dos habitaciones perfectamente acondicionadas para el cultivo a gran escala de marihuana que contaban con todo el material e infraestructura necesaria para favorecerlo y se incautaron de 142 cogollos que se encontraban distribuidas en ambas estancias ya colgadas en proceso de secado.