Las autoridades libanesas ya han puesto en marcha en comisión de investigación sobre las explosiones en el puerto de Beirut del pasado martes que han causado más de un centenar de fallecidos y miles de heridos. Con la ciudad devastada por la onda expansiva, los investigadores tienen cinco días para explicar que pasó y proponer soluciones para que no vuelva a ocurrir. Mientras se confirman las causa, las 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenada desde hace seis años en silos portuarios es la principal explicación de la tragedia, pero ¿cómo llegó hasta allí este fertilizante con semejante capacidad de destrucción?
Mientras los investigadores determinan el origen y las causas de las explosiones, el gobierno libanés atribuye las detonaciones a un cúmulo de circunstancias entre las que están las más de dos toneladas y media de nitrato de amonio almacenadas junto a depósitos de combustible en el puerto de Beirut.
El origen de este producto, una sal formada por iones nitrato y amonio, hay que buscarlo en 2013 cuando el mercante MV Rhodus llegó por una emergencia al puerto beirutí cargado con casi tres toneladas de este fertilizante que viajaba desde Georgia hasta Mozambique.
Otras fuentes creen que la verdadera explicación a la presencia del carguero en este puerto es el desinterés del armador ruso en el mantenimiento del buque.
El buque estaba arrendado por el empresario ruso, Igor Grechushkin, y portaba bandera de Moldavia y había sufrido problemas técnicos durante su singladura.
Los problemas con el armador, la reparación del buque y el origen y destino de la carga llevaron al gobierno libanés a confiscar el cargamento y estibarlo en el puerto de Beirut.
El armador del MV Rhesus se desentendió de la carga y de la tripulación del barco dejándolo abandonado en el puerto beirutí. Posteriormente, el nitrato de amonio fue desembarcado y almacenado durante estos seis años en silos no preparados para esta mercancía tan peligrosa.
A lo largo de estos años, han sido varios los responsables de la autoridad portuaria los que han alertado a los políticos del deficiente almacenaje de esta peligrosa sustancia sin que los avisos hayan sido escuchados.