Cerca de un mes ha pasado desde el inicio de la invasión a Ucrania. El plan de guerra relámpago no le está funcionando a Rusia. La resistencia ucraniana le ha obligado movilizar más tropas, procedentes de diferentes regiones. Por el momento, se van a incorporar 7.000 soldados rusos más a la ofensiva por tierra.
Es la respuesta a la ralentización del avance que han experimentado los rusos en las dos últimas semanas. La operación, como la tildó Vladímir Putin al comienzo, se está transformando en una guerra de desgaste paulatinamente. Las últimas unidades terrestres movilizadas provienen de Georgia, Armenia y de las regiones siberianas más alejadas de Moscú.
"Querían moverse rápidamente, ocupar espacios, presionar a las tropas ucranianas y no han conseguido ninguno de estos objetivos plenamente", explica el investigador principal del Real Instituto Elcano Félix Arteaga. Inteligencia de Estados Unidos ha estimado que Rusia ha perdido entre el 8% y el 10% de los activos desplegados en territorio ucraniano.
Esta no es la primera movilización de refuerzos. A principios de esta semana anunció la llegada de voluntarios de Siria, las fuerzas chechenas y mercenarios. Al comienzo del conflicto esperaban que la mitad de los militares ucranianos desertaran o se unieran a sus filas, pero no ha sucedido. Ahora cuentan con material militar de última generación de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, entre otros. "Si las Fuerzas Armadas rusas no disponen de personal de tropa de asalto bien formada, va a ser muy difícil que puedan progresar", finaliza Arteaga.
Mientras tanto, la OTAN está reforzando su flanco en el este. Reino Unido desplegará en los próximos días un escudo antimisiles. Por tierra, la Alianza Atlántica tiene 40.000 soldados desplegados en la frontera. Por mar, tiene a 140 barcos de guerra. Trabaja con la previsión de que la guerra se alargará hasta mayo.