¿Qué panorama de salud pública afronta Afganistán? Antes de que los talibanes tomaran Kabul, la revista Science advirtió de que la salida de las fuerzas estadounidenses y el avance de los insurgentes harían imposible erradicar la poliomielitis en el país, el único en el mundo junto a Pakistán donde la enfermedad es endémica.
"Los talibanes han bloqueado la vacunación antipoliomielítica domiciliaria en las zonas bajo su poder durante los últimos 3 años, lo que ha dejado a 3 millones de niños fuera del alcance de la campaña", señalaba la publicación científica el pasado 4 de agosto, cuando la capital no había caído y los pronósticos de la inteligencia estadounidense apuntaban a más tiempo.
Ya entonces, algunos miembros de la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis (GPEI, por sus siglas en inglés) expresaban que una rápida resolución del conflicto, "independientemente de quien se imponga", podría ayudar en los esfuerzos de erradicación.
Los talibanes ganaron y, al menos según indicaban la semana pasada en el organismo, permitirán la vacunación en mezquitas de provincias donde estaba prohibida de manera domiciliaria.
En estas dos décadas desde 2001, la esperanza de vida aumentó de 56 años a 64, mientras que la mortalidad materna bajó de 15.000 a 7.700 fallecimientos en 2017. Si la guerra y el conflicto permanentes han afectado la salud de la población afgana, las soluciones siempre han venido con el acuerdo.
"Se logró avanzar en los programas de vacunación, incluida la erradicación de la polio, cuando se dialogó con los talibanes para poder vacunar en zonas ocupadas por ellos", explica Daniel López Acuña, exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud. "Los avances sanitarios se han logrado cuando se ha producido la diplomacia humanitaria y necesaria para lograr el entendimiento", agrega.
Para el epidemiólogo, un cese al fuego aun con la hegemonía de los talibanes "disminuirá la disrupción sanitaria ocasionada por el conflicto". En cambio, estarán en peligro los avances en la salud de las mujeres.
"Afganistán era uno de los países con mortalidad materna más elevada y gracias a la formación de matronas, a la educación de mujeres y niñas y al refuerzo de la atención obstétrica y ginecológica se logró reducir considerablemente. El riesgo de dar marcha atrás en este ámbito así como en la garantía de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres es una amenaza real", afirma.
Tras unos días con los talibanes en el poder, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido "respetar y proteger" a los civiles, los trabajadores sanitarios, los pacientes y los centros de salud en Afganistán.
"El acceso sostenido a la asistencia humanitaria, incluidos los servicios sanitarios esenciales y los suministros médicos, es una línea de vida crítica para millones de afganos, y no debe interrumpirse", ha expresado el director para el Mediterráneo Oriental, Ahmed Al-Mandhari.
La primera evaluación de necesidades de las poblaciones desplazadas tras la llegada de los talibanes ha encontrado un cuadro difícil.
"En las zonas a las que la gente ha huido en busca de seguridad y refugio, incluyendo Kabul y otras grandes ciudades, los informes de campo indican que hay un aumento de los casos de diarrea, desnutrición, presión arterial alta, síntomas similares a los de la COVID-19 y complicaciones de salud reproductiva", ha agregado el médico.
El conflicto ha traído también más lesiones traumáticas: 13.897 en julio de 2021 frente a 4.057 el mismo periodo el año pasado, según los datos de los 70 centros de salud que la OMS apoya en el país.
La pandemia es un capítulo aparte. El país tiene una de las tasas de vacunación más bajas del mundo, con apenas un 1.35% de su población con una dosis y un 0.56% con la pauta completa, según las cifras recopiladas por Our World in Data a 11 de julio.
Nadie esperaba que los talibanes regresaran con mascarillas y distancia de seguridad. Después de atravesar una tercera ola que tuvo su pico de casos a finales de junio, la curva ha venido descendiendo hasta un centenar de positivos diarios. A 17 de agosto, el país suma un total de 152.243 contagios, muchos menos que Pakistán, donde superan el millón. Las muertes registradas son 7.025.
Pero la inestabilidad actual supone un riesgo de aumento de la transmisión del virus. Los expertos apuntan a muchos más desplazamientos internos y al movimiento de quienes intentarán escapar del conflicto, sumado a la baja tasa de vacunación y a la falta de restricciones.
"Estamos especialmente preocupados por el riesgo de transmisión de Covid-19 entre los nuevos desplazados internos de Kabul y otras ciudades, ya que viven a menudo en condiciones de hacinamiento e insalubridad, con escaso o nulo acceso a las instalaciones sanitarias y a medidas de prevención de enfermedades", ha afirmado Luo Dapeng, representante de la OMS en el país, al diario indio The Print.
En este caso, López Acuña considera que el final del conflicto vendrá bien para el control de la pandemia, pero que tanto la OMS como la comunidad internacional tendrán que hablar con los talibanes o con quien esté encargado del país. "El mecanismo COVAX deberá apoyar a la vacunación en Afganistán gobierne quien gobierne", concluye.