"España es un país que tiene una antigua y fuerte conexión con la familia Kennedy. Creo que todos los miembros de mi familia lo han visitado en algún momento de su vida". Kerry Kennedy –hija del senador asesinado Robert Kennedy- apoya esta afirmación con una anécdota.
Uno de sus primeros recuerdos es la fiesta de cumpleaños que su madre Ethel le organizó a su padre: como regalo sorpresa, enroscado en una alfombra, apareció el torero español Manuel Benítez El Cordobés, del que Bobby –como también se le llamaba- era un gran admirador.
Hay en los rasgos de Kerry, en esa cadencia al hablar, algo relativamente familiar, el halo heredado de un mito: la dinastía Kennedy. Ella es la séptima de 11 hermanos. Visita Madrid para presentar el trabajo de la Fundación de Derechos Humanos Robert F. Kennedy, creada por familiares y amigos en 1968, el año en que él fue asesinado. Aquel 5 de junio, Estados Unidos volvió a enmudecer. Ella tenía ocho años. Se enteró por la televisión de que su padre había sido tiroteado tras su discurso de victoria en las primarias demócratas de California. Fue acribillado a balazos en la cocina del Hotel Ambassador en Los Ángeles por un palestino desequilibrado, Sirhan Sirhan, de 24 años. "¿Estáis todos bien?", fueron las últimas palabras de Bobby. El precandidato a la presidencia de Estados Unidos y antiguo Fiscal General murió al día siguiente. Cinco años después del magnicidio de su hermano, el presidente John F. Kennedy. La tragedia de una familia, convertida en el drama de todo un país.
Robert Kennedy encarnaba la esperanza -para muchos- en un país convulsionado por la violencia y las tensiones raciales. Famoso es el discurso que pronunció en Indianápolis el día del asesinato de Martin Luther King (tan sólo dos meses antes que el suyo). Ante una mayoría negra, sus conciliadoras palabras y su llamamiento a la unidad, lograron calmar a las masas. "Para aquellos que estén tentados por la violencia, también un miembro de mi familia fue asesinado. Entiendo vuestros sentimientos", les dijo. "Esa noche, 125 ciudades estallaron en disturbios. Pero Indianápolis se mantuvo en paz y eso fue por el discurso de mi padre", recuerda su hija.
Aquella noche, Bobby también citó a los antiguos griegos. De recitar a Esquilo ante una furiosa multitud a los tuits amenazantes del actual presidente, Donald Trump, Estados Unidos ha recorrido un largo camino. "Cuando miro a mi país hoy, veo a esos políticos que explotan el miedo y el enfado para ganar poder. Para conseguir el cambio y defender los derechos humanos hay que usar el poder de la ley, la compasión y el amor", afirma Kerry Kennedy.
Ella es abogada y ha dedicado su vida al activismo, inspirada en el legado de su padre, en sus lecciones de vida. Como aquella vez, recuerda, en que jugaba con uno de sus hermanos en un árbol y este comenzó a tirarle piñas. Llorando, fue a buscar a su padre a su estudio: "Él dijo: Kerry, explica lo que ha pasado. Michael, tú tienes que estar callado. Y luego, Kerry ahora tú tienes que estar callada y Michael, tú cuenta tu parte de la historia. Fue duro callar. Pero me di cuenta de que no todo lo que yo pensaba era correcto y que Michael no estaba totalmente equivocado. Después nos hizo darnos un beso y luego ir a leer durante una hora". Su relato continúa: "El mensaje que tenía para nosotros era el mensaje que tenía para nuestro país: Tienes que dejar de pensar que el otro es tu enemigo, tienes que pensar que es tu hermano o hermana. La paz no es algo que haya solo que predicar sino que hay que buscarla".
Pero, ¿cómo es vivir con el apellido Kennedy? Un apellido marcado por la fama, el glamour y la tragedia. Ella lo tiene claro: "Yo no pienso en ello, pienso en mi familia y en que he sido tan afortunada por tener tan cerca de mí a personas que han sido mis héroes. Como el presidente Kennedy, que dijo: No te preguntes lo que el país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por el país. Y después añadió: Compañeros del mundo, no preguntéis lo que América puede hacer por vosotros sino lo que todos podemos hacer trabajando juntos para avanzar en la libertad".
Y sobre esa idea ha plantado Kerry sus semillas en la Fundación RFK, trabajando para educar a los niños, para que "cuando un niño se mire al espejo pueda ver un defensor de los derechos humanos". En esos programas, por ejemplo, se les enseña que el 70% del chocolate que consumen está hecho por menores explotados. Leen, escriben sobre ello, argumentan, elaboran planes de acción...
"Llevamos varios años trabajando en las enseñanzas de esos derechos a través de nuestro programa didáctico Speak to Power con unos resultados muy positivos y eso es lo que nos ha motivado a constituir RFK en España", dice. Más de 3.500 alumnos ya han recibido el programa en la Comunidad de Madrid.
"Nuestro futuro lo ganarán los defensores de derechos humanos. Por eso estoy tan contenta de estar en España y trabajar con la gente de aquí”, afirma. Un espíritu que recuerda a aquellas palabras de su padre grabadas en una sencilla lápida en el cementerio de Arlington, junto a la tumba de su hermano: "Algunos hombres ven las cosas como son y preguntan: ¿Por qué? Yo sueño con cosas que nunca han ocurrido y pregunto: ¿Por qué no?".