Ser Diego Armando Maradona nunca fue fácil. Así lo expuso el astro del fútbol argentino a su círculo más cercano en sus últimos días de vida, tras haber sido operado del hematoma subdural . Según recoge Infobae, el '10' reconoció que necesitaba unas vacaciones y alejarse del foco mediático cuando fue trasladado a una habitación en la Clínica Olivos, en Buenos Aires, Argentina.
Durante esos días, varios países, con Venezuela y Cuba a la cabeza, ofrecieron alojamiento al exfutbolista para que pudiera recuperarse con tranquilidad. La intervención y el tratamiento por su cuadro de abstinencia lograron algo impensado hasta hacía un tiempo, la familia de Maradona y su círculo íntimo buscaron puntos de contacto para cuidar a Diego, darle cobijo y que volviera a ser él.
Maradona, tras su paso por la clínica, fue trasladado a una casa de la ciudad de Tigre y estuvo "súper motivado" en las primeras horas. Su objetivo era reponerse, estar cerca de sus seres queridos y volver al banquillo de Gimnasia de La Plata, equipo de la primera división argentina. Aquel día, incluso salió a caminar por el parque y jugó a las cartas con sus acompañantes, uno de sus pasatiempos favoritos.
Su sobrino, Jony Espósito y su mano derecha, Maxi Pomargo (cuñado del abogado de Maradona, Matías Morla), lo acompañaron casi todo el tiempo. Sus hijas, Gianinna, acudieron habitualmente, preocupadas por la evolución, y Verónica Ojeda, su expareja, se acercó con Diego Fernando, su hijo. El exfutbolista tuvo varias sesiones con un psicólogo y un psiquiatra y una enfermera estuvo presente las 24 horas de la semana en la habitación de al lado.
Leopoldo Luque, su médico personal, concurrió a chequear la evolución un par de veces por semana y 'Tafa', el kinesiólogo, lo asistió en los ejercicios de rehabilitación. Este último siempre encontró la llave para mantener en movimiento al astro argentino y fue uno de los que lo movilizó para llevar adelante la rutina 'Maradona fitness', que tras el bajón anímico profundo de junio, en el que había recaído en el consumo de alcohol, le había permitido bajar más de 12 kilos y recuperar agilidad.
Sin embargo, con el paso de los días, el estado de ánimo de Maradona se fue deteriorando. Ya no hacía bromas, algo habitual en él, según los presentes. Su hija Jana incluso le ofreció quedarse a dormir en su casa, pero rechazó la propuesta porqueque no quería causar molestias.
Maradona vio varios partidos de fútbol y habló por teléfono con Sebastián Méndez, su ayudante de campo en Gimnasia, pero comenzó a pasar mucho tiempo en su habitación. Acostumbrado a tener más libertades en su hogar de Brandsen, se vio estrictamente controlado. "El viernes prácticamente no asomó la cabeza", señaló una fuente del entorno.
Desde hace semanas, en el umbral de su 60 cumpleaños, Maradona recordó con frecuencia la figura de sus padres, Doña Tota y Chitoro. Cada vez que "hablaba de ellos, se ponía a llorar. Los echaba mucho de menos".
El último fin de semana, Luque, su doctor, acudió a la casa con la intención de quitarle los puntos de sutura, pero el exfutbolista se hallaba en su cuarto y no salía. El médico, entonces, buscó la manera de llamar su atención, por lo que se puso a jugar al ping pong. Al escuchar la pelota, Maradona salió de la habitación. "Tordo, ¿qué hacés?", le dijo. "Te vine a ver a vos, pero como no salías, me puse a jugar al ping pong", le respondió el neurocirujano.
Maradona se lo tomó con buen humor y se abrió más al procedimiento. Según el médico, necesitaba una motivación, un régimen regular. Trabajar. El objetivo del excapitán de la selección de fútbol argentina era regresar a los banquillos. Gimnasia quería que su entrenador volviera y pudiera reinsertarse "en una vida normal". "Que se quede tranquilo, lo vamos a esperar y le vamos a respetar el contrato", señalaron fuentes del club antes del fatídico día.
El miércoles 25 de noviembre de 2020, Maradona falleció. La versión oficial de la Fiscalía General de San Isidro, nutrida por los testimonios de los presentes, señala que la última persona que lo vio con vida fue su sobrino en la noche del 24/11. Además, confirma que se encontraban en la propiedad del barrio privado de Tigre el propio Espósito, su asistente (Maxi Pomargo), un empleado contratado para su seguridad física, una enfermera y una cocinera.
El informe asegura que el psicólogo y el psiquiatra llegaron a las 11 horas 30, ingresaron en primer término a la habitación, intentaron hablar con Maradona, pero no respondió. Al no notar signos vitales, requirieron la presencia de profesionales sanitarios para realizar maniobras de reanimación, pero resultaron infructuosas.
Según Infobae, la contradicción reside en que la enfermera le habría dicho al círculo íntimo del exjugador que lo había escuchado levantarse, que tomó las pastillas y que luego se había acostado nuevamente aduciendo "cansancio". La autopsia preliminar ha determinado que Maradona sufrió una "insuficiencia cardíaca aguda, en un paciente con una miocardiopatía dilatada, insuficiencia cardíaca congestiva crónica, que generó edema agudo de pulmón".
La muerte de Maradona ha dado la vuelta al mundo, provocando movilizaciones en varios puntos de Argentina y Nápoles, en Italia. En su habitación, solo, el considerado por muchos el mejor futbolista de la historia, encontró la paz.