El comunicado enviado recientemente por los duques de Sussex, el príncipe Harry y Meghan Markle, de ‘independizarse’ de la familia real británica y realizar una vida alejados de las obligaciones que conlleva la corona inglesa, ha suscitado una enorme polémica en el mundo, especialmente en el país anglosajón, que aún no dan crédito a lo que el hijo pequeño de la Lady Di ha decidido. Tal vez una decisión que le lleva rondando en la cabeza desde que perdiera a su madre a causa del excesivo acoso de los paparazzi, y que a raíz de haber formado su propia familia, ha decidido materializar.
No es la primera vez que un miembro de la familia real británica deja la corona por amor y eso lo sabe muy bien la reina Isabel II, que vivió una situación parecida cuando era pequeña, pero esta vez con su tío Eduardo VIII.
La historia de Eduardo VIII tiene grandes similitudes con la del príncipe Harry, aunque Eduardo sí que llegó a coronarse como Rey de Inglaterra tras la muerte de su padre.
Eduardo VIII permaneció en el trono durante 325 días, hasta que el 11 de diciembre de 1936 decidiese abdicar para pasar el resto de sus días junto a su amada, la norteamericana Wallis Simpson, quien estaba casada en el momento en el que se conocieron en segundas nupcias.
Eduardo se vio obligado a abdicar en su hermano, Jorge VI, padre de la reina Isabel II, ya que los ingleses nunca hubieran aceptado una divorciada como reina.
La pareja se casó en una estricta e íntima ceremonia, donde el rey les prohibió acudir a la boda de su hermano, y vivieron durante años apartados de las obligaciones reales, pero con el título de los Duques de Windsor, convirtiendo su historia de amor en una de las más famosas y románticas.