Fue una de las promesas estelares de Andrés Manuel López Obrador en su campaña a la presidencia de México: si llegaba a Los Pinos, vendería el avión presidencial y viajaría en vuelos comerciales. De momento solo ha podido cumplir con lo segundo, porque nadie se quiere hacer cargo de la nave.
Desde diciembre de 2018, el avión -un Boeing 787-8 comprado el 29 de octubre de 2012, durante los últimos meses de la Administración de Felipe Calderón- acumula polvo en un hangar de California, en Estados Unidos, porque nadie está dispuesto a pagar los 130 millones de dólares que exige el mexicano.
Se trata de un aparato equipado con sala de juntas, una gran cama king-size
López Obrador se niega a regatear y seguir perdiendo dinero -Telemundo calcula que el coste final del avión fue de 218,7 millones de dólares, más los 30 por tenerlo aparcado desde hace un poco más de un año-, y su firmeza ha espantado a posibles compradores. Hace dos días anunció que iba a proceder a la repatriación del Boing porque no conseguía colocarlo a nadie en el vecino del norte: de 42 potenciales compradores, solo 12 -asegura- confirmaron interés y dos hicieron propuestas que fueron revisadas a fondo pero no se concretaron.
Ahora, AMLO desvela que llegó a proponer a Estados Unidos que se quedara con la aeronave a cambio de que entregase equipos médicos valorados en unos 130 millones de dólares. La Administración Trump no picó.
Así las cosas, propone tres nuevas fórmulas para deshacerse del aparato:
La solución sigue en el aire.