El ultimátum lanzado por el presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, se acaba y los partidos políticos italianos continúan sin llegar a un acuerdo que garantice la formación de un nuevo Gobierno. El Movimiento 5 Estrellas (M5E) y el Partido Democrático (PD) negocian para formar una alianza que aislaría al líder de la Liga, Matteo Salvini, que a su vez rompió el pacto que mantenía con el M5E.
Si este miércoles Mattarella no recibe un nombre al que encargarle la formación de un nuevo Ejecutivo y un programa común, se vería abocado a la convocatoria de elecciones anticipadas, como pretendía Salvini. El M5E y el PD nunca han estado tan cerca, aunque la desconfianza es mutua y las divisiones en ambas formaciones han quedado patentes.
En estos momentos, el M5E y el PD son los únicos que mantienen encuentros formales para configurar un nuevo Gabinete. Ambos suman mayoría en el Parlamento, aunque en la Cámara baja necesitarían un puñado de votos de otras formaciones de izquierdas o del grupo mixto.
Este lunes, de madrugada, concluyó un encuentro entre el líder del M5E, Luigi Di Maio, su homólogo en el PD, Nicola Zingaretti, y el primer ministro, Giuseppe Conte. Todo parecía encauzado, aunque la reunión finalizó sin acuerdo. El M5E exige que Conte continúe siendo primer ministro, mientras que en el PD no terminan de aceptar. Podría ser una estrategia negociadora para quedarse con carteras clave como Economía, Justicia o Trabajo, aunque los partidos han cancelado nuevos encuentros hasta que no se resuelva esta cuestión.
El resto de formaciones políticas parecen fuera de juego en estos momentos. El líder de la Liga, Matteo Salvini, se ha ofrecido reiteradamente al M5E para volver al pacto anterior de Gobierno, pero desde que sus antiguos socios han preferido al PD, su estrategia se basa en culpar a estas dos formaciones de haber llegado previamente a una entente que “no respeta la voluntad de los italianos”. Las demás fuerzas conservadoras querrían elecciones anticipadas para intentar formar una mayoría bajo el liderazgo de Salvini.
Además del líder del M55, Luigi Di Maio, y del secretario general del PD, Nicola Zingaretti, otros actores influyen dentro de ambas formaciones. En el M5E la decisión de apostarlo todo al pacto con el PD llegó después de que el fundador del Movimiento, Beppe Grillo y Davide Casaleggio (hijo del cofundador, Gianroberto Casaleggio), encerraran a los hombres fuertes del partido en un apartamento de Roma. De esta forma, conjuraron la hipótesis de volver con la Liga, que defendería una buena cantidad de sus diputados. Pese al liderazgo formal de Di Maio, Grillo y Casaleggio siguen controlando el aparato.
El otro hombre clave del M5E es Giuseppe Conte. El actual primer ministro ha pasado de ser un mero notario entre Salvini y Di Maio, a quienes ha tenido como vicepresidentes, al hombre mejor valorado en las filas ‘grillinas’. No interviene en la estrategia interna, pero su figura es fundamental para que el M5E mantenga la iniciativa gubernamental.
Mientras, en el PD, el ex primer ministro Matteo Renzi se presenta como otra fuente de división. Pese a que fue relevado al frente del partido por Zingaretti, la mayoría de los diputados de la formación siguen las órdenes de Renzi, ya que éste se encargó de elegirlos antes de ceder el testigo interno. Zingaretti busca las garantías para que un Gobierno con el M5E sea duradero, mientras que el ex primer ministro quiere un acuerdo a toda costa. Renzi ya ha intervenido durante esta crisis acusando a sus compañeros de partido de boicotear su estrategia.
La dirección del PD teme que el objetivo de Renzi sea desactivar a Salvini, capitalizar durante los próximos meses la acción de Gobierno y romper la alianza para emprender una nueva aventura política en solitario. Su gran ambición siempre le ha llevado a querer convertirse en el nuevo líder centrista italiano, a imagen y semejanza de Emmanuel Macron.
Tampoco en el M5E se fían de Renzi, al que acribillaron desde la oposición cuando éste presidía el Gobierno. Aunque las diferencias no terminan ahí. Tras el fracaso de la experiencia con Salvini, el Movimiento se ha desdibujado como fuerza antisistema. El PD ha sido identificado tradicionalmente como un partido del aparato y el enemigo a batir durante los últimos años para pescar en el electorado progresista. El voto derechista del M5E se ha pasado a la Liga, mientras que los sectores izquierdistas entenderían mal un acuerdo con la socialdemocracia a la que se ha combatido hasta hace un par de meses.
En cualquier caso, los cálculos electorales empujan a uno y otro al acuerdo. El M5E controla un 33% en el Parlamento, pero sus expectativas de voto se han reducido a cerca de la mitad, por lo que un adelanto electoral sería fatal para sus intereses. Los últimos sondeos le darían al PD un 24%, pero siempre estarían abocados a entenderse con el M5E.
La vuelta al Gobierno de Liga y M5E, que ha estado presente en los últimos días, parece quedar muerta y enterrada. O hay un acuerdo entre ‘grillinos’ y socialdemócratas o se volverá a las urnas.
En caso de pacto, todo dependerá de la evolución del Gobierno. De forma natural, la legislatura duraría hasta 2023. Esa sería la intención del sector institucional y de la ejecutiva del PD. Sin embargo, las diferencias, que ya han aflorado antes incluso de un acuerdo de Gobierno, invitan a pensar que ese escenario sería muy optimista.
Si no hay pacto, es previsible que el jefe del Estado anuncie la disolución de las cámaras y la posterior convocatoria de elecciones. El plazo legal para el segundo paso serían al menos 60 días después de que se produzca el primero. Es decir, pisando el acelerador, se podría votar a finales de octubre o principios de noviembre.
La elaboración de los presupuestos, que la UE vigilará debido a la prórroga concedida por no haber abierto un procedimiento por deuda excesiva, podría retrasar el calendario. Una de las opciones de Mattarella, que querría evitar, es la formación de un Gobierno técnico que apruebe los presupuestos y convoque elecciones en el primer trimestre del próximo año.