El asesor Dominic Cummings va camino de arrastrar en su caída a su primer ministro en Reino Unido, Boris Johnson. Cummings no dudó en viajar, por motivos personales, a 400 kilómetros de Londres, saltándose el confinamiento. Ahora achaca su decisión a la presión mediática. Pese a que no solo la oposición laborista ha pedido su dimisión, sino también varios diputados de su propio partido, Johnson le sigue defendiendo.
En una reciente comparecencia ante la prensa, Cummings ha asegurado que dejó su casa de Londres porque había recibido amenazas de muerte en las redes sociales y "temía por su familia". Fue cuando decidió irse "al campo" con su familia y regresar a Londres a trabajar. "Nunca consulté esta decisión con el Primer Ministro", explica.
El asesor responsable de la campaña a favor del Brexit lo considera un caso de fuerza mayor, ya que su hijo tenía el virus y no estaba seguro de que su mujer pudiera “cuidarlo con seguridad”. "Qué pasa si a mí me pasa lo mismo o peor”, pensó.
El escándalo se produce en un contexto de críticas al mandatario por su gestión de la pandemia. Reino Unido es el país europeo con más contagios y víctimas mortales.
Según Johnson, Cummings "no tenía alternativa" y tuvo que viajar para llevar a su hijo con unos familiares ya que "tanto él como su esposa iban a quedar incapacitados por el coronavirus". Ella estaba diagnosticada y él tenía síntomas cuando hizo el viaje. "Actuó de forma responsable, legal e íntegra", ha subrayado Johnson en rueda de prensa recogida por el diario 'The Guardian'.
Johnson ha asegurado que ha tenido una "larga" conversación con Cummings este domingo y ha defendido que su asesor "siguió los instintos que tiene cualquier padre". El sábado el Gobierno argumentó que actuó "de forma responsable y legal", pero el domingo ha salido a la luz un segundo viaje a la ciudad de Barnard Castle en abril. Johnson ha asegurado que Cummings estuvo 14 días en aislamiento y que en este periodo "se comportó de forma responsable y adecuada".
¿Cómo pedir responsabilidad a la población si desde el poder se saltan las normas impuestas para frenar el coronavirus? Si hace unos días veíamos cómo Trump se quitaba la mascarilla en público para no darle "ese placer" a la prensa, este fin de semana el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha vuelto a tener un encuentro con seguidores sin respetar las mínimas medidas de seguridad. Ha abrazado niños, ha estrechando manos, siempre sin mascarilla. Lo curioso es que instantes antes si la llevaba. Se la quitó justo cuando iba a encontrarse con sus fans cerca del Palacio de Gobierno.
En Brasil la actitud negacionista de Bolsonaro está generando mucha polémica entre la población y entre sus propias filas. El exministro de Salud del país, Nelson Teich, ha confirmado que su dimisión se produjo por la "discordancia" entre él y el presidente Bolsonaro, en relación al uso de la cloroquina, un medicamento usado frente a la malaria, como tratamiento contra la COVID-19.
Brasil es ya el segundo país más afectado por la pandemia, sólo por detrás de Estados Unidos. El Gobierno de Washington además ha anunciado que prohíbe la entrada a su territorio a todas aquellas personas que hayan estado en suelo brasileño 14 días antes de su intención de entrada.