La pandemia del nuevo coronavirus originada en la ciudad china de Wuhan ha dejado ya 342.000 víctimas mortales y más de 5,3 millones de personas contagiadas en todo el mundo, con Estados Unidos sumando casi 24.000 casos en las últimas 24 horas y Latinoamérica en camino para convertirse en nuevo epicentro de la epidemia, según el último balance de la Universidad Johns Hopkins.
Estados Unidos se mantiene como el país más afectado por la pandemia y suma en las últimas 24 horas 21.700 casos, lo que eleva el total a 1,6 millones de personas contagiadas y 97.087 víctimas mortales. Ante su proximidad a los 100.000 fallecidos, el 'New York Times' ha dedicado su portada en papel a los nombres de las víctimas mortales.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue visto este sábado en uno de sus campos de golf, en Virginia, retomando esta actividad tras más de dos meses de parón debido a la crisis del coronavirus.
La caravana presidencial llegó al Trump National Golf Club de Sterling, Virginia, en la mañana del sábado. Según la CNN los agentes del Servicio Secreto encragados de la seguridad presidencial llevaban mascarilla, pero Trump y los otros jugadores no. Trump conducía su propio carrito y parecía no llevar caddy para transportar los palos y el resto de material.
La última visita a uno de sus campos de golf fue el pasado 8 de marzo en el Trump International Golf Club de West Palm Beach, Florida. La CNN ha contabilizado 357 visitas de Trump a sus propiedades durante su presidencia y 265 viajes a sus clubes de golf.
Brasil es ya el segundo país más afectado por la pandemia, sólo por detrás de Estados Unidos. El Gobierno de Washington además ha anunciado que prohíbe la entrada a su territorio a todas aquellas personas que hayan estado en suelo brasileño 14 días antes de su intención de entrada.
En su último balance, Brasil ha confirmado 653 nuevas muertes y 15.813 nuevos casos del nuevo coronavirus, por lo que el total de víctimas mortales es de 22.666 y el de contagios de 363.211.
En Brasil la actitud negacionista de su presidente, Jair Bolsonaro, está generando mucha polémica entre la población y entre sus propias filas. El exministro de Salud del país, Nelson Teich, ha confirmado que su dimisión se produjo por la "discordancia" entre él y el presidente Bolsonaro, en relación al uso de la cloroquina, un medicamento usado frente a la malaria, como tratamiento contra la COVID-19.
"Quién juzgue al presidente será el futuro, no seré yo. Mi papel fue trazar un camino, pero no hubo concordancia con el presidente", ha contado Teich, quien, sin embargo, ha apuntado que su salida no supuso un "conflicto".
"Tener una discordancia no es un tener un conflicto. Mi salida fue cómoda", ha dicho el que fuera ministro de Salud durante apenas un mes en una entrevista concedida al canal de noticias brasileño Globo News.
"No hubo concordancia con el presidente. Él es el jefe de la nación. Él me puso ahí. Si no hay coincidencia entre ambos tengo que salir. Es él quien lo define todo", ha dicho Teich, cuestionado acerca de si tuvo presiones por parte del mandatario de extrema derecha.
No obstante, Teich ha explicado que cuando tomo las riendas del Ministerio existía una divergencia mayor con Bolsonaro que el uso o no de este fármaco, y era la relacionada con las medidas de aislamiento y cuarentena, la misma razón por la que su antecesor en el cargo, Luiz Henrique Mandetta optó por echarse a un lado tras comprobar como el presidente se negaba a cerrar la actividad económica.
Teich también ha defendido la necesidad de revisar el protocolo que firmó el Ministerio de Salud en relación al uso de este medicamento para tratar la malaria, y sin estudios científicos de peso que lo avalen como un fármaco apto para tratar la enfermedad del nuevo coronavirus, después de que se hayan revelado algunas investigaciones que muestran cómo puede poner en riesgo la vida de aquellos pacientes que la toman.
"No fue una cuestión de cloroquina, fue una cuestión de política", ha dicho Teich, quien ha explicado que el principal escollo fue estar desacuerdo con gastar dinero y recursos públicos en algo, la cloroquina, que todavía se desconoce si es efectivo o no para tratar la enfermedad.
"Los recursos humanos son escasos. Aquí cada centavo vale oro. El uso de los recursos tienen que ser el adecuado. Si yo tengo cosas que no sé si funcionan, yo no puedo gastar dinero en eso porque tengo muy poco dinero", ha explicado.