Desde primera hora de la mañana, ciudadanos provistos de mascarillas hacen cola para comprar comida en el epicentro del coronavirus en Italia. "El supermercado va a abrir, esperan directrices", aseguran las fuerzas de seguridad, que ya vigilan que se cumpla el cordón sanitario establecido por el Gobierno.
"Hemos adoptado una línea de máxima precaución", asegura el primer ministro. Mientras, se agotan mascarillas y guantes. En las zonas rojas está prohibido entrar y salir, se han suspendido el transporte público, los partidos de fútbol y en Milán las clases durante una semana. También se ha cancelado el Carnaval de Venecia.
Para quien incumpla la normativa, habrá multas. Las autoridades siguen buscando el foco de las infecciones. En Lombardía el paciente uno, Mattia, pudo haberse contagiado tras cenar el 1 de febrero con el paciente cero, un ejecutivo que venía de Shanghái. Aunque ha dado negativo en todas las pruebas.
En el foco del Véneto, el origen puede estar en un grupo de chinos que estuvieron en contacto con el anciano fallecido el viernes. El 9 de febrero vieron juntos un partido en el bar que frecuentaba. Dos acababan de volver de China.