Ya han pasado más de cuatro meses desde que se conocieron los primeros casos de contagio por coronavirus en el mercado de Wuhan, China, pero el tiempo transcurrido no ha sido suficiente para establecer con seguridad la explicación científica de su origen.
La falta de trasparencia de las autoridades chinas en sus investigaciones no han llevado más que a la especulación de las voluntades reales para la esclarecer la verdadera causa de la pandemia, que ha dejado hasta el momento cerca de 300.000 muertos y ha contagiado a más de 4.320.000 personas en el mundo.
El cruce de acusaciones y enfrentamientos entre las dos grandes potencias mundiales, China y Estados Unidos, sobre si el virus se originó en un laboratorio en China, tal y como mantienen Trump y algunos de sus colaboradores más cercanos, o si el brote provino de soldados estadounidenses que visitaron la provincia de Wuhan, según el Gobierno de China, tampoco han ayudado a esclarecer la verdad.
Al margen de las diversas teorías conspiratorias, para conocer la raíz del Covid-19 y evitar nuevas pandemias en el futuro, es de vital importancia saber los resultados de las muestras de los animales hallados en el mercado de mariscos de Wuhan, China, donde se posiciona la zona cero del foco de infección de la pandemia. En el también conocido típicamente como mercado húmedo, se vendían como alimento gran variedad de animales silvestres como víboras, zorros, mapaches y murciélagos, tanto vivos (muchos de ellos estaban hacinados en jaulas) como muertos, siendo estos últimos, claves en la investigación.
La secuencia del genoma del SARS-CoV-2 que produce la enfermedad conocida como Covid-19, muestra que está relacionada con otros dos coronavirus mortales que se originaron en los murciélagos: en el caso del SARS, que comenzó en China en 2002, expertos señalan que el virus saltó de los murciélagos a unos pequeños mamíferos nocturnos llamados gatos civetas o pangolín, utilizados como alimentos en China. En el caso del MERS, se cree que los portadores fueron los camellos.
La mayoría de los científicos y especialistas en salud piensan el Covid-19 tiene una trayectoria similar, aunque los investigadores aún no han logrado identificar al animal intermediario. El Covid-19 ha vivido tanto tiempo en murciélagos y otros animales silvestres que ya no es capaz de enfermarlos.
El 70 % de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonóticas, es decir, se transmiten de animales a personas. También existe la teoría de que el virus haya pasado de un murciélago a una persona que estuviera en el mercado de mariscos de Wuhan o que, esa persona, se contagiara en otro lugar y que posteriormente visitara el mercado, o que trabajara allí.
Hasta ahora, la información facilitada al mundo por el régimen liderado por Xi Jinping brilla por la falta de datos, siendo objeto de críticas de autoridades y gobiernos internacionales.
Cabe recordar que el primer caso que reportó la Organización Mundial de Salud (OMS) como inicio de la crisis global, se dio a conocer el 31 de diciembre de 2019.
Un equipo de reporteros del Wall Street Journal ha llevado a cabo una investigación con datos reveladores comenzando por el testimonio de Lu Junging, un empleado de la compañía Jiangwei, encargada de desinfectar el mercado de marisco.
Junging recibió una llamada el 31 de diciembre de 2019, para que acudiera al mercado, “con su mejor kit” de desinfección, tal y como le indicó su jefe, sin que ninguno de los dos tuviera conocimiento de que se dirigiría a la zona cero de la nueva enfermedad. Lu citó en el mercado a su equipo de trabajo y llevó una fórmula común de 500 miligramos de dióxido de cloro por litro de agua. Una cantidad que tuvo que duplicar al día siguiente, al ver su nuevo escenario de trabajo.
Una vez allí donde, además de la policía, había personal del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China (CCPE), “los funcionarios locales condujeron a Lu hasta los puestos donde se vendían animales salvajes para la alimentación o medicina tradicional. Había cadáveres y animales vivos en jaulas como serpientes, conejos y perros. Cuando se lo pidieron, Lu y sus compañeros ayudaron a los funcionarios a recoger muestras de heces y pieles que luego serían guardadas en bolsas de plástico”, según relata el WSJ.
El especialista en desinfección, que estuvo en el mercado trabajando durante varios días, recuerda que el 1 de enero cerró el mercado y se ordenó a los comerciantes que dejaran todo tal y como estaba. Ese mismo día, Lu “vio cómo el personal del CCPE recogió nuevas muestras, a la vez que eliminaban algunos de los animales vivos y muertos”.
Sin embargo, la información revelada por el testigo presencial, no encaja con el informe oficial del CCPE, que indica que las investigaciones comenzaron el 1 de enero, y no el día antes.
En ese mismo informe, además, lo único que China ha hecho público son las secuencias genéticas de las “muestras ambientales” relacionadas con las alcantarillas, los puestos de venta y un camión de basura del mercado, dando como resultado que, de las 585 muestras, 33 dieron positivo por Covid-19. Del rastreo de las personas que trabajaban en el mercado, y de animales, no se sabe nada.
Esta información concuerda con las declaraciones que un oficial del CCPE dio a los expertos sanitarios de Taiwan y Hong Kong cuando visitaron Wuhan a mediados de enero, a quienes les dijo que “en el mercado no se habían encontrado animales salvajes y que, esas cosas, rara vez eran de consumo culinario local”, de acuerdo con los datos del WSJ.
Como contraste, el testimonio de Lu, el empleado de la compañía de desinfección, sí concuerda con las afirmaciones realizadas por un epidemiólogo de la Universidad de Columbia, Ian Lipkin, quien a finales de enero estuvo ayudando en China para combatir la epidemia. Según Lipkin, sus contactos locales le confirmaron que el CCPE había hecho muestras de animales y piezas de carne en el mercado”, y de hecho, aseguró que el director del CCPE de Beijing, George Gao, estaba convencido de que el nuevo coronavirus provenía de la conocida como “rata del bambú china”, habitual en el consumo gastronómico, para posteriormente concluir que se habían encontrado muestras ambientales del SARS-CoV-2, pero el animal del que provenía no se había podido identificar.
A mediados de febrero, (entre los días 16 y el 24), en una misión conjunta de la OMS y China, varios expertos viajaron a Beijing, Wuhan y a otras ciudades del país, donde mantuvieron conversaciones con funcionarios de salud y científicos chinos en el intento se sumar fuerzas para esclarecer el posible origen animal del virus, pero el equipo de la OMS encargado de esta misión no fue conducido al mercado de mariscos, zona cero del brote.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de China, tampoco ha dado a conocer el mapa epidemiológico de los animales del mercado y de los pacientes que visitaron del mercado, tal y como se comprometieron en su momento con el equipo de la OMS desplazado al país asiático.
Luego llegaron presiones del Gobierno de los Estados Unidos, que congeló los fondos destinados a la OMS, y acusó a la institución de tener un trato de conveniencia con China, culpando a esta de ocultar información al resto del mundo, provocando la expansión y el desconocimiento del virus. Otros países como Reino Unido y Francia mostraron su apoyo al presidente estadounidense.
La pandemia del coronavirus ha expuesto a los ojos del mundo las debilidades de la OMS, que no tiene autoridad para obligar a los gobiernos extranjeros a divulgar información médica al estar sujeta a los poderes de los estados soberanos. Expertos en salud pública y diplomáticos han justificado los efusivos elogios de la organización hacia China como una estrategia para no perder cualquier perspectiva de cooperación, tratando de evitar las tensiones con Beijing. "Fue una decisión táctica, y probablemente fue la única forma de obtener acceso. Pero la óptica es incómoda", dijo un diplomático europeo
Aún así, la maniobra de la OMS sigue sin tener los resultados esperados. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud ha solicitado permiso a Beijing para enviar una nueva misión científica para llevar a cabo otra investigación epidemiológica, pero de momento, China, no ha firmado su conformidad.
La Unión Europea (UE) también se ha visto salpicada por las acciones del gobierno comunista de China, cuando presionaron al organismo para que suavizara un informe de Bruselas redactado por el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) donde inicialmente se describían los esfuerzos de China para manipular las percepciones públicas de la pandemia. El documento consideraba que se había ocultado la verdad y China estaba llevando a cabo una campaña de “desinformación global” para “mejorar su imagen internacional”.
Estados Unidos, azotado por la pandemia en donde cerca de 84.000 personas han perdido la vida por coronavirus y más de 1.4000.000 ha dado positivo, no cesa en su empeño de señalar con el dedo a China como responsable de las muertes causadas por el virus.
La acción más reciente la han llevado a cabo los procuradores republicanos de 14 estados, que han pedido a Donald Trump que forme parte de una sociedad estatal-federal para que China rinda cuentas por los daños causados por el coronavirus. Aunque el mandatario no ha respondido a la misiva, el miércoles en su cuenta de Twitter, dijo: “Como he dicho durante mucho tiempo, tratar con China es algo muy costoso. Acabábamos de hacer un gran acuerdo comercial, la tinta apenas estaba seca y el mundo fue golpeado por la peste de China. 100 acuerdos comerciales no compensarían la diferencia, ¡y todas esas vidas inocentes perdidas!
Pero los esfuerzos de China para controlar la información de la pandemia parecen ir más allá de la posible manipulación informes epidemiológicos, de fechas y datos de afectados, de acuerdo con las últimas acciones de las autoridades estadounidenses, quienes este miércoles han acusado a los piratas informáticos chinos de llevar a cabo ciberataques contra sus centros de investigación para robar información sobre las vacunas y los tratamientos que se están probando para combatir la pandemia.
Así lo ha denunciado la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia de Seguridad de Ciberseguridad e Infraestructura (CISA), al publicar conjuntamente un anuncio de servicio público para alertar sobre la amenaza de la investigación relacionada con el coronavirus:
“Se ha observado que estos actores (los piratas informáticos) están intentando identificar y obtener de forma ilícita propiedad intelectual valiosa y datos de salud pública relacionados con vacunas, tratamientos y tests de redes y personal afiliados a la investigación relacionada con COVID-19", indica el comunicado.
“El objetivo de este anuncio es crear conciencia para las instituciones de investigación y el público estadounidense, y proporcionar recursos y orientación para aquellos que puedan ser seleccionados. Los esfuerzos de China para apuntar a estos sectores, representan una amenaza significativa para la respuesta de nuestra nación al Covid-19”.