Todos los países se esfuerzan por avanzar en la vacunación contra el coronavirus pero la Organización Mundial de la Salud lanza una advertencia: la brecha entre las dosis que reciben los países ricos y pobres es cada vez mayor. Algo, dicen, moralmente reprochable, y muy mala estrategia, desde el punto de vista económico y epidemiológico.
La vacunación en el mundo avanza de forma desigual. Desde la rapidez y eficacia de Israel, que ya ha vacunado con dos dosis a la mitad de su población, a la lentitud imperante en Europa. La Unión sólo ha administrado 70 millones de dosis de las 160 previstas.
Aun así, Bruselas se mantiene optimista y hasta se atreve a fijar una fecha para la inmunidad de rebaño en Europa: el 14 de julio.
Para llegar, se necesitan más vacunas. Por eso el próximo 10 de abril, la Agencia Europea del Medicamento viajará a Rusia para evaluar la Sputnik.
Mientras, la OMS critica que los países desarrollados estén haciendo un acopio grotesco y desigual de los antídotos. Pide solidaridad, porque esta es una lucha global. Y llama a las farmacéuticas a seguir el ejemplo de AstraZeneca, la única que ha cedido la patente de la vacuna.