La Unión Europea es un complejo mecanismo de equilibrios e instituciones. Sirva como ejemplo, el Consejo Europeo, que es la reunión de los jefes de gobierno de la Unión. Según la teoría, no tiene poder ejecutivo más allá de la elección de cargos y mantener el rumbo político. En la práctica, es quien decide todo.
Ayer esta institución debía decidir la respuesta de la Unión a la crisis económica que se avecina por el parón provocado por el Coronavirus. Con dos frentes claros, el Norte con Holanda, Alemania y Austria, partidario de que cada país tome sus medidas y de que no haya Coronabonos. Por otro lado, el Sur, con Italia y España y otros países como Bélgica, Francia y Portugal apoyando la emisión de deuda común.
Porque ese era el quid de la cuestión. El Norte no quiere que la UE emita deuda como un bloque, porque supondría compartir riesgos. Algo que no ven con buenos ojos ya que ellos cuentan un margen fiscal más alto que sus vecinos. El Sur reclama solidaridad por una crisis que está costando vidas y que no viene precedida de unos tiempos de bonanza como la de 2008.
La batalla venía precedida de un contexto. El BCE, tras las dudas iniciales de Lagarde, sí había respondido: compra de emisiones por valor de 750.000 millones de euros y sin restricciones. Además, se felicitaba por los planes expansivos de alivio, como el lanzado por Pedro Sánchez en España. El otro campo de batalla se vivía esta semana en el Eurogrupo. Los ministros de economía no se ponían de acuerdo sobre como actuar y pasaban la pelota a los presidentes.
Y así se llegó al duelo Norte-Sur del jueves por la tarde. Con 9 países pidiendo por carta la adopción de los Coronabonos antes de la cumbre, parecía que la presión podía hacer mover el no del Norte. Pero el hielo no se derritió. Ni siquiera se abrió la opción de acceder a los fondos de rescate sin condiciones. Quien los quiera, tendrá que pedir un rescate y tener a los hombres de negro vigilando.
Es decir, para el Norte es suficiente con permitir a los países tomar medidas fiscales saltándose el pacto e estabilidad del déficit. Mark Rutte, primer ministro holandés, fue muy claro tras la reunión: "No puedo imaginar ninguna circunstancias en la que estemos de acuerdo con eurobonos o coronabonos, va contra el diseño del euro." Portazo.
Menos elegante fue el Ministro de Finanzas holandés que acusó al Sur de no prepararse para esta crisis en tiempos de bonanza. Declaraciones que han sido contestadas por Antonio Costa, primer ministro portugués, defendiendo a nuestro país. "Son declaraciones repugnantes. España no ha elegido tener este virus". afirmaba el luso.
La tensión de la cumbre fue alta. Italia y España amenazaron con bloquear la cumbre y dejarla sin acuerdo final, algo que ya hicieron Rajoy y Monti en 2012 durante la crisis del euro. Finalmente, la conclusión del Consejo fue una patada hacia delante en vista de la falta de acuerdo. En 14 días, se volverían a hablar.
Y es que la actitud del Norte volvió a parecerse a la de la crisis del Euro, cuando estos países miraron por encima del hombro al Sur y afirmaron que no debían pagar la factura del despilfarro. Y es que esa herida está aún sin cerrar, sobre todo en el Sur que ha sufrido 10 años de austeridad y vigilancia fiscal, y Sánchez lo tiene claro, no se puede repetir. “Debemos aprender las lecciones del pasado y no volver a fallar a la ciudadanía”.
El no de los líderes norteños se justifica en que sería un suicidio político en su país. La sensación en ellos, es que sus ahorros no deben pagar los fallos del Sur. Aquel no se pudo justificar en que unos países derrocharon más que otros. Este no. Con una crisis sanitaria y un parón económico mundial, China y EEUU han salido al rescate de sus ciudadanos. La UE no da una respuesta unida y la respuesta del Norte parece inamovible. "Los coronabonos no son una opción" afirmaba Merkel.
Lo que si es cierto es que la Unión puede salir tocada de muerte de esta crisis. En 2008 acabó herida grave y ahora cuenta con dos bloques que desconfían el uno del otro. Con actitudes y comentarios rozando la xenofobia en el Norte y un Sur endeudado que necesitará liquidez tras esta crisis sanitaria. Con una Comisaria, Von der Leyen y un Presidente del Consejo, Charles Michel, que no parecen estar a la altura del embrollo. El segundo asalto será en 14 días, quizás la extensión de la epidemia haga cambiar los pareceres. Quizás no.