Heather West es una mujer aventurera que vivió el pasado mes de enero uno de los mayores sustos de su vida. Fue atacada por un tiburón de casi dos metros de longitud durante una actividad en grupo realizada en el parque nacional Dry Tortugas en Florida (Estados Unidos). West se encontraba entre un grupo de turistas que se disponía a practicar esnórquel.
El escualo le atacó por la espalda y logró morderle el pie. "Una vez que me di la vuelta para salir, sentí que algo me agarraba la pierna y no sentí ningún dolor ni nada. Se sentía como un apretón de mordaza, un apretón de mordaza muy, muy fuerte”, explicó.
Su instinto de supervivencia fue más fuerte que el miedo y comenzó a golpear con los puños al tiburón de manera repetida. Esta reacción, junto con la ayuda de otras personas, provocó que pudiera alcanzar la superficie. Al salir, como no podía ser de otro modo, tenía el pie seriamente dañado y ensangrentado.
"Las aletas impidieron que los dientes superiores entraran completamente y tuvieran un mejor contacto con mi pie. Tengo cinco heridas punzantes. No hay rasgaduras, solo heridas punzantes", señaló.
Tras ser atendida y vendada, fue trasladada de emergencia y en avión hasta Key West (Cayo Hueso), una ciudad isleña estadounidense que forma parte del archipiélago de los Cayos de Florida. Afortunadamente, los doctores consiguieron salvar su pie derecho, el cual estuvo a punto de perder.
El mismo tiburón habría sido avistado unos días antes cerca de la costa cazando un pelícano, lo cual es bastante inusual.
Después de seis semanas, y por supuesto con la cicatriz del ataque, aunque eso obvio es lo de menos, Heather se encuentra de regreso en Texas, donde reside. La experiencia no ha cambiado la visión de West del océano o incluso de los tiburones. "Volveré al agua", sentenció.