En el Día del Padre, queremos recordar a uno ejemplar, Dick Hoyt. El hombre que corrió 32 maratones de Boston empujando la silla de ruedas de su hijo Rick, con parálisis cerebral, ha fallecido a los 80 años tras una enfermedad cardiaca.
La fortaleza frágil de un hijo que nació de lo más especial fue la gasolina que alimentó el motor de un padre con superpoderes. Por eso, desde que en 1980 hicieron juntos su primera maratón de Boston, la leyenda empujando la silla de ruedas empezó a forjarse, con Dick acompañando a Rick que tras la primera carrera le confesó al padre que "cuando corrían juntos no se sentía un discapacitado".
La tenacidad de este hombre incansable les llevó después a cubrir cientos de pruebas de resistencia, y hasta seis Ironman (53,86 km nadando, 42,1 km corriendo y 180 km en bicicleta) con Rick en un bote, atado a Dick con una cuerda elástica para la parte acuática.
Proeza tras proeza llevaron a este deportista no profesional a sentirse siempre bendecido con su hijo a cuestas.
En 2013 corrieron juntos su última maratón, pero más allá de las marcas o la estatua que les recuerda en Bostón, queda flotando el rugido que se armaba cuando este equipo imparable alcanzaba la meta.