Un mes después del comienzo de la invasión en Ucrania, las tropas rusas han conseguido menos avances de lo que seguramente esperaban y por eso, en Kiev, temen que la guerra se alargue demasiado.
Está claro que la ofensiva de Vladimir Putin ha ido perdiendo fuerza, aunque haya devastado ciudades enteras y provocado el éxodo histórico de refugiados, con millones de personas huyendo del país.
Pero los estragos del desgaste de la guerra también se notan entre los propios soldados rusos, exhaustos por una guerra relámpago, que se ha alargado bastante más de lo previsto. La moral de las tropas del Kremlin, que tienen que robar comida y combustible, está por los suelos a juzgar por sus conversaciones: "Nos bombardean nuestros propios aviones. Esto es un circo más que una intervención militar, es peor que Chechenia".
Kiev se prepara para lo peor. El alcalde de la capital ucraniana, Vitali Klichkó, reconoce que "no saben cuánto va a durar". Las autoridades ucranianas saben que las tropas rusas están siendo menos ofensivas, pero el motivo no sería otro que una reagrupación, preparándose para rodear toda la ciudad y asfixiarla. En las calles, los ciudadanos hacen acopio de alimentos y se preparan para lo que pueda estar por llegar.
Rusia no solo está encallada. Está retrocediendo. Las informaciones de las últimas horas apuntan a que Irpín, localidad clave en la periferia de Kiev, ha sido recuperada por las fuerzas ucranianas, que están, además, empezando a golpear donde antes no eran capaces de hacerlo: destruyendo barcos de guerra, por ejemplo. Como un ataque perpetrado en el puerto de Berdiansk, controlado por los invasores.
Unir Crimea al Dombás, el objetivo de Vladimir Putin
El sueño de una ocupación relámpago del país desapareció hace semanas. El ejército ruso no ha entrado en Kiev y tampoco en Járkov, las dos grandes ciudades del país. Aunque esta, también Mariúpol, han sido devastadas por las bombas. El objetivo de Putin ahora es unir Crimea al Dombás y si es posible impedir el acceso al mar Negro de Ucrania tomando Odesa.
En el gobierno ruso también empiezan a verse algunas fisuras, con ministros que no aparecen y primeras dimisiones de altos cargos.