Sin miedo a los riesgos del coronavirus, miles de personas acudieron el pasado domingo a la catedral ortodoxa de Podgorica para asistir al funeral del jerarca del Arzobispado de la Iglesia ortodoxa serbia en Montenegro, Amfilohije, fallecido el pasado viernes, precisamente de coronavirus. El entierro se produjo en la cripta de la catedral de Podgorica, la capital montenegrina. Asistieron a la ceremonia los máximos dignatarios ortodoxos, así como los representantes de las comunidades religiosas católica y musulmana, además de otras personalidades. Pero lo más chocante fueron las miles de personas, muchos de ellos sin mascarilla, que le quisieron decir adiós.
Los popes repartían mascarillas a la entrada en el templo, desinfectaban las manos a quienes entraban y les pedían mantener la distancia entre sí y del féretro, eran muchos los que se quitaban la mascarilla. Su obsesión era poder llegar al cuerpo del difunto para besarlo.
Montenegro, pequeño país de unos 620.000 habitantes, es uno de los más afectados por la covid-19 en la región balcánica. El carismático jerarca, doctor en Teología, políglota y conservador, encabezó durante varios meses este año las multitudinarias “procesiones” de protesta contra una controvertida ley que declaraba bienes estatales las propiedades de las comunidades religiosas y que había elevado las tensiones en Montenegro.