Marruecos celebra estos días lo que se ha calificado profusamente como "giro histórico" en la posición española respecto al contencioso del Sáhara Occidental. Lo hace su Estado, con su monarquía ejecutiva a la cabeza, pero se felicitan también la clase empresarial, la prensa, los intelectuales, los marroquíes hispanófilos e interesados por las cuestiones españolas y los marroquíes –y descendientes- residentes en España. Con la causa saharaui, los marroquíes –de norte a sur y de un extremo a otro de la escala social- cierran filas. No en vano, en la nota emitida por la agencia oficial de noticias marroquí MAP se asegura que en su visita de ayer al rey Mohamed VI en la capital marroquí, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez “reafirmó la posición de España sobre la cuestión del Sáhara, considerando la iniciativa marroquí de autonomía como la base más seria, realista y creíble para la resolución del conflicto”.
La “nueva etapa inédita” -con la prometedora hoja de ruta desvelada en la noche de ayer por los dos gobiernos- que abren los dos países se celebra en Marruecos, pero fundamentalmente porque es el corolario del paso dado por el Gobierno para desatascar un desencuentro que se ha prolongado durante año y medio. Todo lo demás que se menciona en el comunicado conjunto difundido en la noche de este jueves –restablecimiento inmediato de las conexiones marítimas, cuenta atrás para la apertura de fronteras con Ceuta y Melilla, celebración de la XII Reunión de Alto Nivel antes de final de año, etc.- es secundario respecto a la gran aspiración de Rabat desde que comenzara la crisis en noviembre de 2020: obtener el apoyo de España en la cuestión más importante de la política exterior e interior marroquí, la causa existencial del régimen, esto es, la resolución definitiva del problema del Sáhara.
"Es un momento histórico en las relaciones bilaterales”, afirma el especialista el doctor en la Universidad Autónoma de Madrid el hispanista Abdelkhalek Najmi. “Es un paso muy importante teniendo en cuenta el contexto mundial, con la crisis sanitaria y económica derivada de la guerra en Ucrania: es el momento en que los dos países trabajen para mejorar la relación. Lo que une a los dos países es mucho más que lo que les separa: historia, geografía, colchón de intereses. Y Marruecos va a trabajar como antes en materia de inmigración, lucha antiterrorista y trata de personas”, zanja para NIUS el especialista en relaciones hispano-marroquíes.
Desde este lado del Estrecho a nadie se le escapa –aunque a veces se disimule- que el Gobierno de España ha cedido a la presión ejercida durante meses en varios frentes por parte de la diplomacia marroquí –espoleada en los últimos años por sus éxitos internacionales, empezando por el reconocimiento por parte de la Administración estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara- al calificar, en palabras de Sánchez en la carta emitida el pasado 14 de marzo a Mohamed VI, la propuesta marroquí de autonomía como “la base más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto.
Unos términos, los de la misiva –que fue difundida por Palacio Real el pasado día 18 de marzo- que van más allá de los empleados por la Administración Biden o la Alemania del canciller Olaf Scholz: para el Gobierno de Sánchez la propuesta autonomista merece el superlativo –no hay otra posibilidad mejor sobre la mesa- y además es una “base”. Desde Marruecos no se ha dudado; la elección del sustantivo por parte del jefe del Ejecutivo español es inequívoca: cualquier solución tendrá que partir de la soberanía de Rabat. No hay marcha atrás.
Aunque solo el pasado 18 de marzo Marruecos se dio oficialmente por satisfecho, desde el país magrebí se venía pidiendo desde medios oficiales a España un “gesto” con el que pasar página a una crisis que se vino gestando desde el otoño de 2020 y que vivió su punto álgido con la hospitalización secreta en Logroño durante la primavera de 2021 del líder del Frente Polisario Brahim Ghali y la crisis migratoria de Ceuta, con retirada de la embajadora en Madrid incluida. El tiempo demostraría que faltaban aún varios meses –más de siete- desde que el soberano alauita expresara su deseo de abrir una “nueva etapa inédita” en las relaciones bilaterales y la resolución efectiva del desencuentro tras el “gesto” con el que Madrid ha roto su neutralidad en el dosier saharaui.
Una carta, 371 palabras después, España ha pasado de ser para Marruecos un vecino hostil para convertirse en un flamante socio con el que se está dispuesto a alcanzar nuevos y ambiciosos objetivos. Banderas de España entrecruzadas con las marroquíes proliferan en las últimas jornadas en los anaqueles de los kioscos de prensa. Pedro Sánchez fue trending topic en Twitter este jueves al concluir la jornada, tras el iftar –cena que se rompe el ayuno cada noche en Ramadán- con el que le agasajó en su residencia real en Salé el rey Mohamed VI. La significación de invitar al iftar a Sánchez y la propia fotografía del ágape –con el rey y Sánchez acompañados del heredero de la Corona y otros miembros de la familia real además de consejeros reales- pretenden mostrar el mensaje inequívoco de confianza y amistad.
Un encuentro que estuvo marcado por la cordialidad y en el que el soberano –que se expresó en un impecable castellano- demostró su interés y conocimiento de la actualidad y la realidad española. “La visita del primer ministro español, Pedro Sánchez, a nuestro país constituye una ocasión apropiada para enfatizar la fuerza de las relaciones históricas, políticas, económicas y culturales entre los reinos de Marruecos y España”, aseguraba en Twitter uno de los presentes en el encuentro, el jefe del Gobierno marroquí Aziz Akhannouch. Por su parte, su predecesor en el cargo, el islamista Saadeddine El Othmani, había destacado el pasado día 3 en un tuit el “muy importante giro histórico” español.
Para el consejero diplomático marroquí Samir Bennis, “las relaciones entre los dos países van a conocer un período de luna de miel, como fue el caso entre 2004 y 2018”. “Ello va a tener un reflejo en la cooperación entre los dos países sobre cuestiones de seguridad, pero también comerciales. Hemos visto ya cómo el apoyo español al plan de autonomía marroquí ha tenido como resultado inmediato la ratificación por parte de los dos países de un acuerdo de seguridad firmado en 2019 que entrará en vigor a finales de abril”, afirma a NIUS el escritor especialista en relaciones bilaterales.
Por su parte, el también especialista en relaciones hispano-marroquíes –autor del recientemente publicado ensayo La vecindad cautelosa- Nabil Driouch aseguraba a la agencia EFE que “la cooperación económica es la principal locomotora de las relaciones entre los dos países en esta nueva fase tan prometedora”. No olvidemos que desde 2012 España es el primer proveedor a Marruecos, desbancando a Francia.
“El otro tema que saldrá beneficiado de este nuevo impulso en las relaciones bilaterales, prosigue Bennis, es el de la delimitación de las zonas marítimas frente al Atlántico. Contrariamente a lo que los medios españoles han difundido durante más de dos años, Marruecos nunca ha pretendido imponer una delimitación unilateral de su zona marítima. Lo único que hizo fue actualizar su arsenal jurídico y hacerlo compatible con las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar”.
Fuentes marroquíes admiten que la reivindicación de la soberanía de Ceuta y Melilla es irrenunciable. Pero también reconocen que en estos momentos no toca. “Los dosieres de Ceuta y Melilla serán una cuestión beneficiosa para España. Aunque está fuera de toda duda que Marruecos vaya a abrir sus fronteras al contrabando, creo que los dos países van a obrar para buscar una solución que satisfaga a sus respectivos intereses pero que no afecte a la economía marroquí. Marruecos no expresará sus reivindicaciones territoriales sobre los dos enclaves, como ya ocurrió entre 2004 y 2018”.
Lo cierto es que las fronteras entre las dos ciudades autónomas, que Marruecos reclama, con el país norteafricano permanecen cerradas desde marzo de 2020. Rabat acabó de manera unilateral con la aduana comercial de Melilla en agosto de 2018; en octubre del año siguiente cerraron la frontera comercial con Ceuta. “Los vecinos de las provincias limítrofes de Ceuta y Melilla, Tetuán y Nador principalmente, han recibido con mucha alegría las noticias de una pronta apertura de fronteras con las dos ciudades y también las conexiones marítimas”, recuerda por su parte el experto en relaciones hispano-marroquíes Abdelkhalek Najmi a NIUS.
A falta, en fin, de ponerse de acuerdo los dos países en temas de calado como la delimitación de las aguas territoriales o la naturaleza de las nuevas fronteras post-pandemia entre Ceuta y Melilla y el país norteafricano, lo cierto es que el Marruecos oficial –la gran mayoría de la población batalla contra la subida de precios en pleno Ramadán ajena a las decisiones de la alta política- paladea eufórico la nueva etapa. Por ahora. Al fin y al cabo, como dijo el rey Hasán II, España y Marruecos no están condenados a entenderse.