Las vacas de Chernóbil no se parecen ya en nada a las que abandonaron sus habitantes en la zona de exclusión tras la explosión de la central nuclear en 1986. Después de tres décadas y media sin presencia humana en todo el área de seguridad que rodea el lugar del desastre la vida animal se ha abierto paso y de formas que todavía siguen sorprendiendo a los biólogos. La última curiosidad: las manadas de vacas salvajes.
Los científicos de la Reserva de Radiación y Biósfera Ecológica de Chernóbil han observado grandes grupos de vacas que se han ido organizado en manadas y que presentaban un comportamiento muy diferente al que suelen tener los animales domésticos o de cría. Tras un estudio que ha llevado a seguir y observar a estas 'vacas de Chernóbil' durante tres años, los biólogos registraron comportamientos propios de los animales salvajes: las vacas se unen y organizan en manadas, han establecido una relación de jerarquía dentro del grupo y han conseguido adaptarse perfectamente a las condiciones climáticas de la zona.
Los empleados de la reserva han publicado fotos en su página de Facebook, donde también ha ido consignando los extraños comportamientos de la Vacas de Chernóbil, ante las preguntas de su comunidad de seguidores.
Las manadas mantienen a los terneros en el centro del grupo para protegerlos de posibles ataques de depredadores o de otros grupos. Además todas las manadas tienen un toro que lidera al grupo y un grupo de toros más jóvenes que se mantienen en la manada mientras terminan de llegar a la edad adulta, siempre que no le intenten disputar su hegemonía.
Los investigadores creen que estas vacas, descendientes de las vacas domésticas que abandonaron los habitantes de Chernóbil que vivían aquí antes de la explosión, pueden haber vuelto a adoptar los hábitos que en este ecosistema tenían sus antepasados, los uros euroasiáticos. Estos animales eran sociables, vivían en bosques y muy rara vez eran presa de depredadores naturales, como los lobos, pero se extinguieron debido a la caza.