Maduro dice que gana las elecciones en Venezuela sin reconocimiento internacional

  • Gran parte de la comunidad internacional y la oposición del país no reconoce los comicios por considerarlos un fraude sin garantías democráticas

  • La nueva Asamblea Nacional con 277 diputados deberá comenzar su periodo legislativo por cinco años el próximo 5 de enero

  • Hoy comienza la Consulta Popular de Juan Guaidó

A la 1:28 de la madrugada hora local, la presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, Indira Alfonzo, salía, desde la sede del máximo órgano comicial a dar los ansiados resultados de las elecciones y daba las gracias a los venezolanos por haber votado “en paz”. “Hemos dado al mundo un ejemplo de civismo al desarrollar un proceso exitoso. Ha sido una jornada ejemplar”, decía.

La participación anunciada ha sido del 31% con el 82,35% del escrutinio, muy lejos del 74% de participación del año 2015, cuando se celebraron las últimas elecciones parlamentarias que dieron una victoria aplastante a la oposición. El total de votos fue de 5.264.104 votos, de los cuales, 3.558.320 votos fueron para el Gran Polo Patriótico, la coalición del gobierno, lo que supone un porcentaje del 67,7% de los votos totales para el chavismo.

El mandatario venezolano Nicolás Maduro salió enseguida, una vez se hubieron anunciado los resultados con su victoria, a dirigirse al país desde el Palacio de Miraflores. “Tenemos una nueva Asamblea Nacional y vamos hacia una nueva etapa que comienza el próximo 5 de enero. Se trata de una nueva era que será un circulo virtuoso. Votos sí, violencia no”, dijo, para añadir a modo de despedida: “Que el pueblo duerma tranquilo. Sigamos en esta batalla. Felicidades. Canten, bailen y dense un abrazo. Eso sí, siempre con el tapabocas”.

Los colegios electorales, que en un primer momento estaba previsto que cerrasen a las 6 de la tarde hora local, finalmente lo hicieron cuatro horas y media después, en un alarde de lo que el chavismo llama “Operación Remate”: prolongar las puertas abiertas con intención de rascar votos mientras haya electores físicamente presentes. Esta “flexibilización” con los horarios no es una novedad en Venezuela los días de comicios en el país, pero sí es extraño una prolongación tan larga del momento de cierre definitivo.

La segunda fuerza más votada fue la coalición opositora de Avanzada Progresista conformada por los partidos de Acción Democrática, Esperanza por el Cambio, COPEI, Acción Democrática, con un total de 944.665 votos (17,95%). En tercer lugar, la coalición Venezuela Unida con el 4,19% de los votos para un total de 220.502; seguidos del Partido Comunista de Venezuela con un 2,73% del escrutinio.

La oposición y la consulta popular

Juan Guaidó, que durante toda la jornada permaneció activo en sus redes sociales pidiendo a la gente que se quedara en casa, lanzó un mensaje al país a las 8:30 pm hora local a través de su cuenta de Twitter para revindicar que el fraude había sido consumado y señalar que había quedado de manifiesto cómo una amplia mayoría del país quiere un cambio.

“Maduro y su régimen han perdido el apoyo popular y por eso no se atreven a convocar elecciones libres. Saben que jamás ganarían una elección sin acudir a la extorsión. Los resultados estaban cantados días antes”, señaló.

Este lunes 7 de diciembre, comienza la consulta popular convocada por el líder opositor y que pretende legitimar su postura de rechazo y aumentar la presión interna y externa por parte de la comunidad internacional. La consulta se realizará de manera virtual durante toda la semana a través de una aplicación móvil y durará hasta el próximo sábado 12, día en el que además el presidente interino ha convocado a una movilización de protesta en las calles. Será la primera manifestación desde antes de que se decretase la cuarentena estricta por el coronavirus.

Aunque esta oposición mayoritaria del país a la que representa Juan Guaidó no ha participado de estos comicios parlamentarios por considerarlos un fraude de la dictadura, un total de 107 partidos políticos sí han ido a las urnas con más de 14.000 candidatos inscritos que aspiraban a ocupar alguno de los 277 escaños que saldrían de esta nueva Asamblea Nacional, 48 de ellos pertenecientes a una lista nacional que ha elegido a sus candidatos mediante el voto indirecto, algo inusual e inconstitucional en Venezuela, y una novedad del nuevo CNE elegido este año por el Tribunal Supremo de Justicia (y no por el Parlamento como corresponde por ley) que los expertos electorales han calificado como fraudulento por no representar a la proporcionalidad de la población total del país.

Ni Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni la OEA reconocen los resultados electorales en Venezuela.

José Brito, el coordinador general de Primero Venezuela, un partido nuevo resultante de la escisión de Primero Justicia, el partido de Henrique Capriles y Julio Borges que no ha participado en las elecciones, felicitó a quienes sí acudieron a los colegios e hizo un llamado a los países a levantar las sanciones impuestas contra Venezuela. En un alarde de disputa que evidencia la división y rencillas existentes entre los diferentes sectores opositores, Brito lanzó un mensaje a sus ex compañeros de partido: “Esos dirigentes que hablan solo por internet, no le avalan a todo el pueblo venezolano. Hoy es un golpe a los que pretendieron hacerse del poder con sanciones. Todos estamos sufriendo por las sanciones”, señaló.

Desde España, Leopoldo López, líder opositor encarcelado durante siete años en condiciones infrahumanas, pidió que nadie saliera a votar. Un boicot en condiciones acusando a Maduro de fraude.

Gran parte de la comunidad internacional, donde se incluye a España, la UE, EEUU y la mayor parte de los países de América Latina (salvo los gobiernos populistas), ya han anunciado que no van a reconocer el resultado de estos comicios por considerar que no se han cumplido las garantías democráticas para unas elecciones libres y verificables, así que la pregunta que todos se hacen ahora es cómo va a trabajar y a legislar esta nueva asamblea sin reconocimiento internacional. Venezuela está asfixiada en su aislacionismo y necesita de manera urgente llegar a consensos para reactivar su economía y su industria petrolera si no quiere ver un recrudecimiento de la crisis. En los últimos meses un informe de Naciones Unidas ha acusado a Maduro y su régimen de delitos contra la humanidad y los derechos humanos. Otro informe de la OEA publicado recientemente habla de 18.000 asesinatos politicos.

En las puertas del Liceo Andrés Bello del centro de Caracas, un vecino de la zona que lleva toda la vida votando en ese centro, ha bajado a ejercer su derecho al voto y termina enfrentándose en público en una disputa con Leopolda Ramírez, una señora jubilada perteneciente al mismo colegio. Él, crítico, lanzando obviedades al aire que escuchaban los corrillos que esperaban a las puertas del centro: “¿Es que a ustedes les alcanza el dinero? Porque a mí no me alcanza. Toda mi familia emigró y además no tenemos agua, no tenemos luz, no hay gas. Paso tres o cuatro días en una cola esperando para echar gasolina. Hay que decir la verdad sobre Venezuela, esto es una dictadura”. Se le quiebra la voz por la realidad doliente y porque no ha elegido el mejor lugar para hacer la crítica.

Leopolda y otro grupo le increpan, le abuchean, y él está solo en mitad de una escena que refleja una Venezuela polarizada, enfrentada y que ha demostrado que es incapaz de entenderse tanto en las esferas políticas como entre las bases ciudadanas. No es una particularidad. Los otros, con la abuela a la cabeza, le dicen que contextualice, y que no puede obviar que “todo es culpa del bloqueo del imperio porque quieren el petróleo y las riquezas naturales de Venezuela”.

En esta ocasión, la escena, aunque tremendamente simbólica y ejemplificadora de lo que sería mostrar una Venezuela rápida para dummies, no va a más ni se torna violenta. No sería raro que en otras circunstancias o con otro tipo de personajes al frente eso hubiese pasado. El miedo es el otro protagonista con el que los venezolanos de a pie han aprendido a convivir. El miedo a decir lo que se piensa por temor a represalias y a sumirse en una miseria o pobreza todavía mayor, si es que eso fuese posible en esta Venezuela de salarios infrahumanos. Nunca parece ser suficientemente negro el pozo donde caer al vacío sin fin.

Jornada electoral apática y Rodriguez Zapatero

La jornada del #6D en Venezuela se desarrolló con total apatía en las calles de todo el país. En Caracas, donde se vieron colas para echar gasolina más largas que en las puertas de los colegios electorales, ni siquiera en los centros más importantes, como el Liceo Andrés Bello, el más grande de Venezuela y con mayor número de electores, se ha visto una gran afluencia de gente; todo lo contrario, y las personas que acudían hasta las puertas de los colegios eran, tal y como se esperaba, mayoritariamente chavista, respondiendo al llamado del aparato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido del gobierno, muy bien organizado para responder a jornadas comiciales movilizando hasta las urnas a las clases populares más necesitadas.

Son estos sectores los más dependientes de los bonos de dinero y cajas de comida subsidiada que el gobierno de Nicolás Maduro reparte a la población a través del Carnet de la Patria en una especie de “chantaje” de compra de voto. Diosdado Cabello, candidato a diputado y primer Vicepresidente del PSUV, dijo en un mitín de cierre de campaña que “el que no vota, no come”; y según el Observatorio Contra el Fraude, en el 55,9% de los centros de votación se instalaron los denominados “Puntos Rojos”, una especie de kioskos improvisados (e ilgales) donde los líderes sociales del chavismo se instalan y fiscalizan a través del Carnet de la Patria, quién ha votado y quién no, para entregarles a cambio las ayudas sociales. Los Puntos Rojos son una práctica habitual en las elecciones en Venezuela durante las últimas dos décadas, desde que el chavismo llegara al poder y han sido motivo de polémica y denuncia constante por parte de las organizaciones civiles de derechos humanos en el país.

Sobre este método de control se quejaba en las puertas del colegio Sagrado Corazón de Jesús en Chacao, en el este de Caracas, Maruja Bermúdez, una jubilada de 72 años. “Yo sí he ido a votar. Y antes votaba por Maduro porque lo tenían demasiado controlado a uno con la broma de los bonos, pero hoy voté lo que me dio la gana porque estoy cansada de pasar hambre”.

Detrás de ella, saliendo de votar de este mismo centro electoral, José, un venezolano comerciante de 43 años asegura que ha votado por la oposición “porque no estoy de acuerdo con un gobierno que nos tiene aguantando hambre. Esto no puede continuar así”. Sin embargo, y a pesar de que ha ejercido su derecho al voto, asegura que no cree en él “porque unos y otros son iguales. Todos son unos vendidos y hay mucha trampa por el medio”.

Las calles de Caracas han permanecido durante toda la jornada como un domingo cualquiera, con la mayoría de los comercios cerrados, ambiente de calma y en las puertas de los colegios se veían más militares y miembros de las Fuerzas Armadas que venezolanos con ganas de votar. Los efectivos de seguridad formaban parte del Plan República, el despliegue militar que se produce en los comicios venezolanos en las jornadas electorales en función de preservar la seguridad y garantizar el derecho a los comicios. Más de 250 mil miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana han estado desplegados por todo el país y custodiando los centros de la prensa a la que no permitían acercarse a menos de 200 metros a no ser que tuvieran la acreditación oficial del Consejo Nacional Electoral, algo que no es sencillo de conseguir, especialmente para la prensa extranjera.

A varios medios de la prensa extranjera, precisamente, dio plantón Nicolás Maduro en la jornada de votación, cuando sorprendió cambiando de centro electoral y votando en la escuela ecológica Simón Rodríguez de Fuerte Tiuna y no en el colegio Miguel Antonio Caro, en el popular barrio de Catia, ubicado al oeste de la capital, y donde siempre había ejercido su derecho. Sobre este cambio sorpresivo y de dudosa legalidad, puesto que el mandatario no cambió su padrón en el registro del CNE, nunca dio explicaciones.

Sí habló a posteriori para defender la legitimidad de los comicios y ha vuelto a cargar con la oposición, a la que ha reprochado no haberle tendido la mano. Para el futuro, ha pedido una mesa de diálogo nacional donde participen todos los partidos políticos y ha señalado que estos comicios parlamentarios son sinónimo de rebeldía e independencia.

“El imperio norteamericano quiere destruir las instituciones democráticas, nuestra institucionalidad para colonizarnos. Exigimos respeto a la autodeterminación de nuestro pueblo. Venezuela no es colonia de nadie”, espetó Maduro.

El mandatario chavista hizo estas declaraciones después de que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, presente en Caracas invitado por el gobierno para participar como veedor en las elecciones, hablase en la sede del Consejo Nacional Electoral y pidiese a la UE que revise su política con Venezuela tras estas elecciones y se aleje de la postura de sanciones y bloqueo de EEUU. Maduro hizo referencia a Zapatero señalando que “es un hombre de diálogo” y que “muchas veces ha venido inclusive en secreto y ha dialogado con toda la oposición y nos ha trasladado mensajes y nos ha permitido enviar mensajes a la oposición”.

En su discurso, Rodríguez Zapatero, que está previsto que participe en un conversatorio junto a los expresidentes Rafael Correa (huido de la justicia y refugiado en Bruselas)y Evo Morales, también ha lanzado un mensaje a la oposición mayoritaria encabezada por Juan Guaidó y que hace tiempo decidió no participar en la jornada electoral por considerarla un “fraude de la dictadura”. A este sector, el expresidente español ha pedido que reflexionen de cara al futuro para participar en nuevos comicios porque el diálogo y el voto son la única solución de entendimiento para Venezuela.