Macron define 10 prioridades para los cinco próximos años
Chalecos amarillos y dar oportunidades a los jóvenes, grandes retos de Macron
El recién elegido presidente francés prometió durante la campaña electoral y en los últimos meses de su mandato centrar su segunda quinquenato en unos pocos asuntos estructurales. Emmanuel Macron asegura que no serán cinco años de continuidad y quiere aprovecharlos para realizar las reformas que no pudo en el primer mandato (en parte por culpa de la pandemia y en parte por la reacción negativa que generaron) y cambiarle la cara a Francia. Se trata de cerrar brechas, de atender a las necesidades de las clases populares y de modernizar la estructura institucional del país.
De sus promesas y sus mítines de campaña se pueden extraer una serie de temas a los que el recién reelegido inquilino del Elíseo debería darles tiempo y visibilidad en los próximos meses y años.
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Poder de compra
Los franceses se refieren así al coste de la vida en comparación a las rentas disponibles y en esencia a la inflación. Fue el gran asunto de campaña de la ultraderechista Marine Le Pen en las dos semanas entre la primera y la segunda vuelta. Los franceses vieron sus rentas aumentar en los primeros cinco años de Macron, también las rentas más bajas, pero la sensación es la contraria, la de una sociedad que se empobrece. Una de las ideas a promover para que la sociedad francesa vea que el Estado está detrás de los más necesitados será una revolución en las ayudas públicas. Se trata de que no haya que pedirlas porque muchas personas ni saben a qué tienen derecho. Podrán pedirse pero también se ingresarán directamente a quienes Hacienda identifique como beneficiarios para que lleguen a más gente. Habrá “cheques alimentación” que se dedicarán a fomentar la compra de productos locales y biológicos y se actualizarán, aumentándolos, los mínimos sociales para recibir ayudas y pensiones. Se trata de que así lleguen más ayudas a más gente.
Pensiones
Francia tiene un sistema de pensiones complejo y desordenado. Hay decenas de regímenes de pensiones de jubilación diferentes. Macron intentó lanzar su reforma en el primer mandato pero apenas la negoció con los agentes sociales y los sindicatos le forzaron a frenar. La revuelta de los ‘chalecos amarillos’ fue su tumba definitiva. Ahora intentará volver a ponerla en marcha con el objetivo de que haya un solo régimen general de pensiones. Promete negociarla con los agentes sociales y no imponerla. Macron quiere que la edad de jubilación suba de 62 a 65 años pero ahora dice que ese aumento “no es un dogma” y apunta a que se pondría en marcha de forma progresiva con un aumento de no más de cuatro meses al año.
Educación
Los enseñantes franceses son, en proporción a la renta per cápita del país, de los peor pagados de Europa occidental. Y lo saben. Y protestan. Macron prometió en campaña electoral un aumento de salarios inmediato del 10% (además del correspondiente por la inflación) y avanza que quiere negociar con la comunidad educativa un “sobresueldo al mérito”. Se trataría de pagar un bonus a profesores que, por ejemplo, ayudaran a alumnos con necesidades educativas en horario no lectivo.
Crisis climática, juventud y salud
El presidente se pasó la campaña “vendiendo” sus credenciales climáticas y llamando “climatoescéptica” a Marine Le Pen. Una vez reelecto Macron promete nombrar un ministro o ministra encargado de “planificación energética” (un concepto copiado a Mélenchon) y otro de “planificación ecológica territorial”. El cambio de Macron en este asunto, si cumple sus promesas, puede ser copernicano. De llamar “Amish” a los ecologistas puede convertirse en el más furibundo de ellos. La pandemia, como en toda Europa, dejó al aire las vergüenzas y las necesidades del modelo sanitario francés. Con dos necesidades urgentes. Macron debe acabar con los llamados “desiertos sanitarios” (zonas de Francia donde no hay un hospital o centro sanitario medianamente equipado en decenas de kilómetros a la redonda, una especie de Francia vacía) y fomentar la atención primaria para descargar de trabajo a los grandes hospitales.
El presidente dijo en campaña que este sería el quinquenato de los jóvenes y apunta a medidas concretas a corto plazo. Macron promete mantener el cheque cultural de 500 euros (se pueden comprar también cómics, sí) para todos los jóvenes que van cumpliendo 18 años. Además, propone que quienes se integren en el Servicio Nacional Universal (una especie de voluntariado organizado por el Estado) tengan derecho a obtener el carnet de conducir gratis.
Reforma institucional y reforma presidencial
El sistema electoral francés, diseñado para enfrentar a dos grandes bloques (centro-derecha y centro-izquierda), cada uno con apoyo externo de partidos menores, ya no responde a la situación política del país, partido en tres bloques con un centro liberal difuso y virado hacia el centro derecha, una izquierda tradicional hundida y una izquierda populista reforzada y prácticamente un tercio del electorado en manos de la ultraderecha. Macron promete una reforma que dé más proporcionalidad en las legislativas. El presidente también apuesta por realizar consultas ciudadanas (son consultivas, no referéndums vinculantes) y ya prevé una sobre eutanasia.
Dicen las malas lenguas que muchos presidentes prometen reformas los poderes de los que disponen pero que una vez sentados en el Elíseo no lo hacen. Macron no lo hizo en su primer mandato y ahora promete hacerlo. Busca que la función presidencial sea menos vertical y más consultiva en un país acostumbrado al ordeno y mando del presidente y donde ni los ministros parecen tener autoridad para tomar decisiones. También promete que los agentes sociales tendrán más espacio en las deliberaciones.
A Macron se le acusa de antipático, de arrogante, de jupiteriano, de vivir en su palacio alejado del pueblo aunque en su mandato acudió a 600 eventos. Ahora promete ser más cercano, pisar más las calles y acercarse más a los franceses. Este miércoles empezó y casi se lleva un tomatazo. La inercia del Elíseo dirá si lo consigue.
La última prioridad es cronológicamente la primera. En su primer mandato Macron nombró a Eduard Philippe y a Jean Castex como sus primeros ministros. Los dos son personalidades surgidas del centro-derecha. Macron prometió en campaña que su próximo Gobierno no sería de continuidad y ya se habla del nombramiento de una mujer como primera ministra y de una sensibilidad más cerca del ala socialdemócrata de su partido. Esa persona debe además tener una sensibilidad ecologista mayor que los últimos primeros ministros. Se habla de la actual ministra de Trabajo Elisabeth Borne, del eurodiputado Pascal Canfin y del ministro de Agricultura Julien Denormandie.