Llega a los campamentos de refugiados saharauis en territorio argelino el primer hospital de campaña para combatir el COVID-19. Se ha montado de urgencia, con ayuda de Argelia, ante la llegada de los primeros casos de coronavirus a la vecina ciudad de Tinduf. Carpas dotadas con respiradores, laboratorios o espacios de esterilización. Una instalación militar con un equipo médico especialista para que el pueblo saharaui pueda luchar contra una pandemia, que, aunque allí no ha llegado todavía, está a las puertas.
La ministra de Salud Pública, Jira Bulahi ha supervisado su puesta en marcha y visitado las instalaciones. Desde el ministerio se han lanzado también campañas de prevención. Vídeos que cobran importancia ante la escasez de ayuda humanitaria y de recursos sanitarios. Porque el confinamiento de medio mundo ha cortado de raíz las ayudas que ya no llegan a este vasto desierto en el que viven cerca de 200.000 refugiados saharauis.
Y a esta situación se suma la suspensión del programa ‘Vacaciones en Paz’. Los niños y niñas refugiados no podrán venir este verano a España, como llevan haciendo bajo el programa desde hace 40 años. Pequeños que sufrirán este verano temperaturas superiores a los 50 grados y que dejarán de recibir la atención sanitaria y nutricional que cuatro mil familias españolas les brindaban todos los veranos.
África superó el pasado jueves el umbral de los 50.000 contagios en todo el continente, mientras que la cifra de fallecidos también ha superado la barrera de los 2.000, según los datos de la oficina para la región de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, según el último balance de los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de África, más de 16.300 pacientes ya se han recuperado del COVID-19.