Todo se vino abajo mucho antes de lo previsto. Y las consecuencias han sido devastadoras. Gente agolpada, entre mierda y miedo para poder sobrevivir. Huir de la barbarie era el objetivo y ahí estaban los militares españoles, mirando a los ojos al horror una vez más. Y todo ello con le miedo de los atentados en el más vivo que nunca.
La tarde del pasado 18 de agosto, el capitán Javier Escorihuela recibió un mensaje de su superior comunicándole que se le “activaba” para ir con su equipo del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) a Kabul (Afganistán) para ayudar a los compañeros del Ejército de Tierra que ya estaban allí. También estaba allí la cabo Oliva, enfermera, y lo que ha visto no se le olvidará.
"Nadie preveía el hundimiento del gobierno afgano en cuestión de días". Así lo afirma el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que asegura esperaban que esta aguantara durante al menos, meses". No fue así y se tuvo que actuar con rapidez. La oposición que había señales suficientes para haber tomado decisiones antes. "Claro que hemos dejado a mucha gente atrás. Todo este disfraz gubernamental de éxito envuelve una enorme tragedia". Albares ha explicado cómo se comunicaban con los colaboradores afganos a través de mensajes de móvil con el punto de encuentro en el aeropuerto, aunque antes "se ha llevado un cuidadoso cribado de seguridad en colaboración con el Ministerio del Interior y con el Centro Nacional de Inteligencia" . Pero los que han vivido la tragedia in situ, viendo los ojos de los pequeños a los que no podían rescatar no van a olvidar nunca estos días. Ha sido como revivir La lista de Schindler, porque es cierto que solo unos pocos elegidos han podido salir del infierno y no tanto por dinero, como por una falta de tiempo extremo.
En esta operación hemos visto trabajar sobre el terreno al escuadrón de apoyo de nuestro despliegue aéreo. En situaciones muy tensas en el aeropuerto de Kabul, controlando avalanchas, localizando a los afganos de la lista española para darles cobertura y traerlos a salvo a nuestro país. Cincuenta y siete militares desplegados en en el aeropuerto y otros tantos en Dubai cuentan a Informativos Telecinco cómo han vivido toda esta operación.
La capitán Oliva, enfermera, ha sido la primera atender a todos los que subían a nuestros aviones. "La mayoría de los niños no llevaban calzado, sus padres los ponían en el suelo sin zapatos, tenían quemaduras en los pies. Una madre contaba como había perdido a su bebé en sus propios brazos. en una de las avalanchas, totalmente asfixiado. Lo había tenido que dejar atrás con todo su dolor porque había que sobrevivir. Es lo que tuvo que hacer para salvar al resto de sus hijos.
El momento de mas tensión sin duda, era poder acceder hasta la pista del aeropuerto. El capitán Escorihuela y sus compañeros han estado 24 horas en la puerta de acceso. Las señas servían para identificar a las personas seleccionadas que mostraban en el avión sus caras de alivio por salvar la vida. Lo único que lamentan él y todos los que han estado en Kabul, es no poder haber evacuado a más afganos. "Era un auténtico horror. La gente se agolpaba en las puertas. Llegaban destrozados. Por eso hablaba el capitán de de las caras de sufrimiento, porque la gente llegaba absolutamente derrotada, con un calor terrible por las mañanas y apretados como sardinas para avanzar poco a poco", lamenta.
En declaraciones a Onda Cero, su compañero, el general de brigada Pablo Guillén, se acuerda de un filme de Spielberg para narrar lo que vio. "Me recordaba mucho a la lista de Schindler, donde el protagonista se desespera porque no tenía más recursos económicos. En aquel caso eran los recursos y aquí ha sido el tiempo, si hubiésemos tenido más tiempo, habríamos sacado a mucha más gente. Nuestra carencia no era el dinero, era el tiempo". "Nuestra gente, que estaba allí, sufría con ellos para poderlos sacarlos de esa presión, de esas colas, incluso de un canal de aguas fecales. Se colapsó aquello y la gente pasaba horas y días con aguas fecales hasta las rodillas para llegar a los nuestros", describe con pesar.
Esta mañana han llegado a la base de Rota dos aviones con 450 afganos, por lo que son ya más de 1.200 los evacuados por Estados Unidos hasta sus bases en Rota y Morón. Dos instalaciones que han recibido la generosidad de las poblaciones cercanas que han donado material de asistencia para adultos y niños. Una ayuda imprescindible antes de viajar a Estados Unidos.