La lentitud en el suministro de vacunas pone en cuestión la compra centralizada de la Unión Europea
Austria, Dinamarca, Hungría y Suecia, entre otros, se encuentran en el creciente grupo de países con deseos de reaccionar ante un ritmo de vacunación contra la COVID-19 juzgado lento.
El último día del mes pasado, el primer ministro húngaro Viktor Orbán se vacunó contra la COVID-19. No lo hizo con una de las vacunas que hasta ahora han adquirido los países de la Unión Europea a través de la Comisión Europea que dirige la alemana Ursula von der Leyen.
Orbán, díscolo entre los díscolos de Europa, ya había dejado dicho que “no iba a esperar” en lo que a la vacunación se refiere. Por eso, el líder húngaro se vacunó con el preparado de la empresa china Sinopharm. Este medicamento contra la COVID-19 no se encuentra entre los tres aprobados por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). A saber, las vacunas de BioNTech/Pfizer, Moderna y AstraZeneca.
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Sin embargo, a mitad de febrero, Orbán ya había hecho llegar 550.000 dosis de la vacuna de Sinopharm a su país. De aquí a mayo llegarán a Hungría 4,5 millones de dosis de la vacuna china, según datos oficiales recogidos por la agencia de prensa francesa Agence France-Presse.
Que un político como Orbán se salga del consenso europeo – ahora en materia de vacunación – no ha de sorprender. Pero cada vez parecen ser más aquellos países en los que se buscan alternativas o “soluciones complementarias”, según podrían decir eufemísticamente otros, a la estrategia de Von der Leyen.
La presidenta de la comisión quiere que, a través de su institución comunitaria, todos los países compren en una acción conjunta de la UE para que este verano el 70% de la población de la Unión esté inmunizada. Sin embargo, el ritmo actual de vacunación – condicionado, entre otras cosas, por la escasez de vacunas disponibles para los países europeos – está dando pie a que otras naciones europeas se inspiren de gestos como el de Orbán.
El jovencísimo canciller austriaco, el político conservador Sebastian Kurz, es a sus 34 años otro caso ejemplar. La semana pasada se dejó ver en Israel junto a la primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Fredrikssen, en una visita al país mediterráneo que les llevó a reunirse con el jefe de Gobierno israelí Benjamin Netanyahu.
Israel, con su casi 60% de la población vacunada a estas alturas, pasa por ser un ejemplo a nivel de inmunización a nivel mundial. En Europa, por otra parte, Dinamarca es el país que más vacunas ha puesto, de momento, inmunizando a un 9,5% de su población. Austria ha vacunado al 7,8% de su población, según datos de este miércoles del Ministerio de Sanidad de la pequeña república alpina.
En Austria hacen falta 30 millones de vacunas en los próximos años
“Tenemos que prepararnos para las próximas etapas de la pandemia con las nuevas mutaciones”, señalaba Kurz a cuenta de su visita a Israel. “Los expertos dicen que sólo en Austria necesitaremos 30 millones de dosis en los próximos años”, apuntaba en sus redes sociales Kurz desde suelo israelí.
Por lo pronto, Austria ha recibido casi 1,3 millones de dosis de las tres vacunas aprobadas por la EMA. Esa cantidad está muy lejos de esos 30 millones que harán falta en ese pequeño país de apenas 9 millones de habitantes.
En el actual contexto europeo de escasez de preparados contra la COVID-19, la idea de Kurz de reunirse con Fredrikssen y Netanyahu se ha percibido como una “iniciativa sobre vacunas” surgida por la falta de preparados en el 'viejo continente'. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, el Reino Unido ya ha inmunizado a un 33% de su población y Estados Unidos un 18%.
De momento, la iniciativa de Kurz no ha producido proyectos concretos, más allá de la promesa de crear una “fundación dedicada a la inversión para la producción y distribución de vacunas”, según los términos del canciller austriaco.
“Con Dinamarca e Israel, lo que ha hecho Kurz, un político capaz de crear coaliciones en Europa como la que formó con los países ahorradores de Europa que querían que las ayudas del fondo de reconstrucción europeo fueran sólo créditos, no es tanto ponerse en contra del trabajo de Von der Leyen, sino plantear que él hace algo mejor porque ha visto que Von der Leyen ha cometido errores”, explica a NIUS Heinz Gärtner, politólogo y profesor de la Universidad de Viena.
Rebote en Alemania por la “porquería” de negociación de Bruselas
Esos errores no sólo los ha visto Kurz. En Alemania, el diario Bild, el periódico más leído en el país de la canciller Angela Merkel, ha dado cuenta de un enfado en una reunión del pasado mes de febrero del vicecanciller germano, Olaf Scholz, en la que éste perdió el temple y llegó a exclamar que la gestión que se había hecho en Bruselas era una “porquería”.
Scholz llegó a calificar, según han recogido los medios alemanes, de “auténtica mierda” el mecanismo de comandas de vacunas para los miembros de la UE.
Según observa desde Berlín en declaraciones a NIUS Judy Dempsey, analista en Berlín del Carnegie Europe, centro de estudios del Fondo Carnegie para la Paz Internacional dedicado al viejo continente, “el peor error al que hemos asistido en estas semanas en Europa es la falta de comunicación y la falta de transparencia por parte de la Comisión Europea, por un lado, y, por otro, cómo los estados miembros están dando mensajes muy diferentes sobre las vacunas”.
A esto hay que sumar, a su entender, demasiados esfuerzos en buscar culpables cuando no es momento para eso. “Ya hay suficiente gente infectándose, muriendo. No es momento de buscar culpables, sino de solidaridad, distribuir las vacunas y levantar la logística necesaria, además de dejar de lado toda tentación nacionalista”, dice Dempsey.
Compras “en base bilateral”
Sea como fuere, parece que estados de ánimo como el de Scholz el otro día podrían animar a esfuerzos como esos que ya se vieron en Alemania al poco de comenzar la vacunación. A saber, que el país de Merkel realice pedidos de vacunas en una “base bilateral” con las empresas productoras de vacunas.
En enero, se hizo público que Alemania se había asegurado así 30 millones de dosis suplementarias de la firma germana BioNTech. Esta iniciativa, según se ha explicado en Berlín, no contradice la estrategia de Von der Leyen, porque no entorpecerá las entregas previstas a los países de la Unión.
En mayor oposición a la estrategia de la Comisión Europea parece estar el actual interés de países como la República Checa, Polonia o Eslovaquia por adquirir las vacunas desarrolladas en China o Rusia, preparados que no han sido aprobados por la EMA. Eslovaquia, de hecho, ya se ha hecho con 2 millones de dosis de la Sputnik V, la vacuna rusa.
Pedir más velocidad y más adquisiciones: “un show político”
showEntre tanto, en los países nórdicos también cunde el debate sobre si hay que apostar o no por la adquisición de vacunas en solitario.
“Aquí el ministro de Sanidad acaba de decir que el Gobierno sueco acaba de dedicar más dinero para procurarse más vacunas, lo que significa que el país estaría valorando comprar vacunas fuera de los acuerdos de la UE”, dice a NIUS Emanuel Örtengren, investigador de Timbro, un think tan
En Noruega, la cuestión de las compras en solitario también ha formado parte del debate político reciente. Desde la oposición, en la izquierda, el Partido Laborista, y en la ultraderecha, el Partido del Progreso, se ha criticado al gobierno de la conservadora Erna Solberg por la lenta vacunación en un país rico como esta nación del norte continental. En el Partido del Progreso se ha pedido que se utilicen los recursos económicos del país para que éste adquiera vacunas por su cuenta.
Para Örtengren, este tipo de exigencias, o iniciativas como la de Kurz y compañía, son, en realidad, un show político. “La visita de Kurz en Israel fue para estudiar una solución a largo plazo, no para una solución como la situación que tenemos a corto plazo, que consiste sencillamente que hay escasez de vacunas”, señala el investigador de Timbro.
A su entender no hay ninguna duda de que “para países pequeños”, como los nórdicos, “lo mejor es formar parte de un bloque como la UE, porque Alemania podría comprar por su cuenta, pero creo que eso habría generado demasiada competición y los países pequeños habrían salido perdiendo”, concluye Örtengren.