El caso de Laurent Simons, el niño belga de 11 años que se ha licenciado en Física por la Universidad de Amberes convirtiéndose en el segundo graduado más joven de la historia, ha generado un gran revuelo a nivel mundial provocando todo tipo de comentarios sobre los llamados niños prodigios.
Desde hace varios siglos, la historia ha registrado casos de menores que han destacado por sus extraordinarias habilidades. Mozart, Picasso o Paul Allen son algunos de los ejemplos más conocidos de niños con un conocimiento o unas habilidades sorprendentes. Superdotados, genios, prodigios...todos tienen una cualidad en común: sobresalen sobre el resto a una edad temprana. A continuación hacemos un repaso de otros niños prodigios que han pasado a la historia:
Uno de los casos de niños prodigios más conocidos es el del compositor austriaco que con tan solo 4 años ya era capaz de tocar el clavicordio con gran soltura. A los ocho años ya había compuesto su primera sinfonía y un poco después, a los 12, ya tenía su primera ópera.
El asombro que causó le llevó a actuar delante de las mayores monarquías europeas de finales del siglo XVIII y a darse a conocer en buena parte del planeta. Algunos archivos históricos aseguran que el músico era capaz de hablar al revés e identificar la nota musical de cualquier sonido.
Uno de los grandes nombres de la pintura internacional empezó a producir grandes obras con tan sólo catorce años. Fue entonces cuando creo su cuadro La primera comunión, que llegó a exponerse en Barcelona.
A lo largo de los años, fue adquiriendo un estilo único y personal y acabaría convirtiéndose en el mayor exponente de la pintura surrealista y cubista. Cuando todavía no había cumplido la mayoría de edad, Picasso ganó una medalla de oro en Málaga y recibió la mención de honor en la Exposición Nacional de las Bellas Artes en Madrid.
Aunque Laurent Simons le ha dejado en un segundo plano, Sidis fue considerado durante varias décadas la persona más inteligente de la historia.
Con 8 años ya era capaz de hablar ocho idiomas, además de haber conseguido desarrollar una tabla de logaritmos en base al número doce sobre la que dio una conferencia en Harvard. Su cociente intelectual estaba estimado entre 250 y 300, algo totalmente desorbitado para un cerebro humano.
Con solo seis años era capaz de disputar partidas de ajedrez con los mejores jugadores del mundo. Desde que aprendió a leer, se pasaba los días leyendo manuales y folletos explicativos y en apenas un par de años se convirtió en el mejor ajedrecista del planeta.
Con tres años podía leer tanto coreano como japonés, alemán e inglés, y con cuatro conseguía resolver cálculos muy complejos. Cuando cumplió los siete años recibió una invitación para estudiar en Estados Unidos. 24 meses más tarde se graduó como doctor en Física y firmó un contrato de trabajo con la NASA.
Antes de convertirse en el padre de la famosa teoría de la relatividad, Einstein no era un buen estudiante. Las clases le aburrían y sus notas no eran muy buenas. Al final decidió dedicarse a investigar 'por su cuenta' y acabó convirtiéndose en uno de los físicos más importantes de la historia.