El líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha declarado la guerra a las palomas ordenando a las autoridades que "atrapen y eliminen" a estas aves que sospecha están trayendo el covid-19 a su país desde China.
Los residentes de las ciudades fronterizas de Hyesan y Sinuiju ya disparan abiertamente contra las aves mientras sobrevuelan la frontera, pero no son los únicos animales que están en el punto de mira del dictador norcoreano. A los gatos callejeros también les culpa de la propagación de la enfermedad.
En Hyesan, una familia de cuatro personas ha sido internada en un centro de aislamiento por criar un gato en secreto. a familia engañó a las autoridades diciendo que el felino ya había muerto, pero después fue localizado por una patrulla fronteriza que intentó capturarlo sin éxito. Fue visto por última vez dirigiéndose a un distrito residencial y después de dos días de investigación, los dueños del gato fueron arrestados.
Por otra parte, a principios de este mes se reveló que el dictador de Corea del Norte habría prohibido el uso de la medicina china en los principales hospitales de todo el país después de la muerte de un funcionario. Al parecer, el burócrata, que tenía 60 años y padecía una enfermedad cardíaca, era conocido de Jong-un, quien se convirtió en el líder supremo de Corea del Norte en 2011 después de la muerte de su padre, Kim Jong-il.
Corea del Norte afirma no haber sufrido casos confirmados de covid-19 durante la pandemia, pero está promoviendo medicamentos fabricados en el país, ya que los tratamientos extranjeros no están disponibles debido a las sanciones impuestas por las Naciones Unidas.
Ha sido un mes ajetreado para el líder supremo, que ha prohibido los vaqueros ajustados, cortes de pelo que no sean de su agrado y la música que no le gusta, en sus últimos esfuerzos por mantener a los jóvenes bajo control y detener la "invasión del estilo de vida capitalista".
El mandatario norcoreano pidió a los funcionarios de la Liga Juvenil que vigilen la jerga, los peinados y la indumentaria de los jóvenes. Deben tomar nota de cualquier actividad anormal y cambios psicológicos que observen en ellos. Porque el peligro está muy cerca de allí, al sur del paralelo 38. Corea del Sur, con la que técnicamente Pyongyang sigue en guerra, puede hacer también daño con ese ejército de jóvenes con sus pautas de moda en las antípodas de los hermanos del norte.
La música surcoreana, que ha cautivado a medio mundo, es otra de las inquietudes de Kim Jong Un. El dictador teme que las nuevas generaciones den un mal paso, y se dejen seducir por unas coreografías desviadas de la hoja de ruta oficial.