El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha asegurado que ha trasladado "todos los recursos del Gobierno" a dilucidar el origen y la causa del ataque informático a gran escala que recibieron diversas firmas tecnológicas estadounidenses este viernes.
"No estamos seguros de quién es con certeza (...) Le he pedido a la Comunidad de Inteligencia que me diera un análisis profundo de lo que sucedió", ha expresado Biden en el marco de su visita al estado de Michigan, según ha compartido la Casa Blanca.
De esta forma, el presidente estadounidense se ha desmarcado de los rumores que apuntan a que el ataque podría tener su origen en Rusia. Sin embargo, ha avisado al presidente ruso, Vladimir Putin, que si el incidente se ha llevado a cabo "bajo el conocimiento o consecuencia de Rusia", habrá una "respuesta" de Estados Unidos.
"No le he llamado (a Putin) porque no estamos seguros. La idea inicial es que ha sido el Gobierno ruso, pero aún no estamos seguros", ha añadido. Este viernes, hasta un millar de pequeñas y medianas empresas norteamericanas, muchas de ellas firmas informáticas, se han visto afectadas por un nuevo ataque informático a gran escala del mismo grupo que afectó al proveedor de carne JBS Foods esta primavera.
La banda de delincuentes Revil, que se cree que opera fuera de Europa del Este o Rusia, ha atacado esta vez a un proveedor de software conocido como Kaseya, cuyos productos son ampliamente utilizados por las empresas de gestión informática y otros ámbitos, según una alerta de la firma especializada en seguridad informática Huntress Labs. Brinda servicios a más de 40.000 organizaciones en todo el mundo.
En al menos un caso los atacantes han exigido el pago de un rescate de cinco millones para que las empresas recuperen los datos de sus clientes corporativos, ahora mismo en peligro de acabar en manos del mejor postor, según ha explicado uno de los directores ejecutivos de la firma, Kyle Hanslovan, a la cadena CNN.
Este ataque es el último de una serie de asaltos informáticos que ha llamado a la alerta a las autoridades estadounidenses. En mayo, un ataque al oleoducto Colonial Pipeline, mientras que el ataque a JBS provocó el cierre temporal de sus nueve plantas procesadoras de carne de vacuno de EEUU.