Los islandeses anhelan un sueño tranquilo después de que los temblores de decenas de miles de terremotos sacudieran sus horas de sueño durante semanas, en lo que los científicos llaman un evento sísmico sin precedentes, que bien podría terminar en una espectacular erupción volcánica
"Es como si estuvieras caminando sobre un frágil puente colgante. En este momento lo sentimos constantemente", comentó a los medios locales Rannveig Gudmundsdottir, residente de la ciudad de Grindavik.
Grindavik se encuentra en la parte sur de la península de Reykjanes, un punto caliente volcánico y sísmico, donde se han producido más de 40.000 terremotos desde el 24 de febrero, lo que supera el número total de terremotos registrados en la localidad en 2020, recoge Yahoo.
Situada entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana, Islandia experimenta con frecuencia terremotos a medida que las placas se desplazan lentamente en direcciones opuestas, a un ritmo de unos dos centímetros cada año.
La fuente de los terremotos de las últimas semanas es un gran cuerpo de roca fundida, conocida como magma, que se mueve aproximadamente 1 kilómetro por debajo de la península, mientras intenta abrirse camino hacia la superficie.
“Nunca habíamos visto tanta actividad sísmica”, indicó Sara Barsotti, coordinadora de peligros volcánicos de la Oficina Meteorológica de Islandia (OMI). Algunos de esos terremotos registraron magnitudes tan altas como 5.7.
“Todos aquí están tan cansados. Cuando me acuesto por la noche, todo lo que pienso es: ¿voy a dormir algo esta noche?", señaló sobre la situación Gudmundsdottir, un profesor de escuela. Muchos en Grindavik han visitado a familiares, han pasado tiempo en casas de verano o incluso han alquilado una habitación de hotel en Reykjavik, la capital, solo para descansar y dormir bien.
Las autoridades de Islandia advirtieron sobre una inminente erupción volcánica en la península a principios de marzo, pero dijeron que no esperaban que perturbara el tráfico aéreo internacional o dañara la infraestructura crítica cercana.
A diferencia de la erupción en 2010 del volcán Eyjafjallajökull, que detuvo aproximadamente 900.000 vuelos y obligó a cientos de islandeses a abandonar sus hogares, no se espera que la erupción en la península arroje mucha ceniza o humo a la atmósfera. Los expertos esperan que la lava brote de fisuras en el suelo, lo que posiblemente resulte en espectaculares fuentes de lava, que podrían extenderse de 20 a 100 metros en el aire.
Ya el año pasado las autoridades pusieron en marcha un plan de emergencia para Grindavik. Una opción incluye poner a los lugareños en botes en el Atlántico Norte, si una erupción cierra los caminos hacia la ciudad remota. “Confío en que las autoridades nos mantendrán informados y nos evacuarán. No tengo miedo, solo estoy cansado", concluyó Gudmundsdottir.